EL EFECTO SANADOR DEL CANTO, EN RELACION CON EL SUEÑO. Autor: Rudolf Steiner Traduccion: Ana Maria Rauh Supongamos aquello, a lo cual podemos acceder fácilmente a través de la reflexión, supongamos, que el niño escucha de nosotros alguna narración, o, mira algo que le mostramos en el pizarrón, o, podría ser que le mostramos un experimento físico o, que se presente la ocasión de hacerle escuchar una ejecución musical o algo similar. Con todo ello, nos encontramos en principio en una relación con la realidad exterior física, a través del ojo, del oído, de la mente, que comprende aquello que le enseñamos, aquello que se introduce al niño, prontamente pasa por otra forma existencial. El niño sale de la escuela y duerme; durante el sueño, su yo y su cuerpo astral se encuentran salidos del cuerpo físico y el cuerpo etérico. Aquello, que hemos llevado acabo con el niño pasando por el cuerpo físico, y si queremos también por el cuerpo etérico, cobra continuidad en el cuerpo astral y el yo. Ambos, se encuentran durante el sueño en un medio ambiente completamente diferente. Pasan por algo que llevan a cabo solamente durante el sueño y aquello que le hemos enseñado al niño, participa del asunto; participa dentro de aquellos efectos que han quedado en el cuerpo astral y en el yo. Tenemos que pensar, que aquello que le enseñamos al niño a través de lo físico, lo estamos conduciendo hacia el cuerpo astral y el yo; y que de esa manera estamos llevando a cabo un efecto sobre la manera en la cual esta viviendo el niño desde que queda dormido hasta que despierta nuevamente. Y que, al día siguiente, el niño trae consigo aquello, por lo cual ha pasado en el tiempo después de haber quedado dormido hasta el nuevo despertar. Esto lo podemos observar a partir de un simple ejemplo. Tomemos el caso de que e niño practica euritmia o que cante. Allí, el cuerpo físico mismo del niño ejerce una actividad y ese cuerpo físico y el cuerpo etérico que están en actividad, le imponen al cuerpo astral y al yo aquello que esta contenido en su actividad. El cuerpo astral y el yo tienen que participar de aquello que es actividad del cuerpo físico y del cuerpo etérico. Lo siguiente es, que el cuerpo astral y el yo en realidad se oponen a esa participación, dado que en realidad dentro de si tienen fuerzas diferentes. Las mismas, en cierto modo tienen que ser superadas. La defienden, tienen que acomodarse a aquello que les es impuesto desde afuera a través de su propia corporeidad, en el caso de la euritmia en medida mayor por el cuerpo físico, en el caso de la audición, de lo musical-instrumental, en mayor medida por el cuerpo etérico. Entonces, el cuerpo astral y el yo llegan al mundo por el pasar del hombre, entre el quedar dormido y el despertar; allí, vuelve a vibrar todo aquello, que le ha sido impuesto al cuerpo astral y al yo. Allí, de una manera mucho más extensa y espiritual, tal como se lo experimenta por el cuerpo astral y el yo, repiten aquello, que han llevado a través de lo vivenciado eurítmica y musicalmente: se repiten todo eso. Aquello que han vivenciado entre el quedarse dormidos y el despertar, los niños, por la mañana nuevamente lo traen consigo, al llegar a la escuela; eso, lo han integrado a su cuerpo físico y a su cuerpo etérico, y tenemos que tomarlo en cuenta. Al contemplar al hombre en su integridad, se nos figura como creación excepcionalmente compleja, con la cual tenemos que confrontar en la enseñanza y en la educación. Al referirnos mas bien a los pormenores, podemos decir: al tomar en cuenta al niño que practica euritmia, se encuentra en movimiento el cuerpo físico, y los movimientos del cuerpo físico se trasladan al cuerpo etérico. En un principio, el cuerpo astral y el yo ofrecen resistencia y en cierto modo se les impone aquello que tiene lugar en el cuerpo físico y el cuerpo etérico, luego se alejan durante el sueño y conectan aquello que han recibido, con fuerzas espirituales muy diferentes. Por la mañana lo traen nuevamente al cuerpo físico y al cuerpo etérico. Y entonces se produce una peculiar consonancia de aquello, que entre el quedarse dormido y el despertar ha sido recepcionado desde lo espiritual, y aquello que el cuerpo físico y el cuerpo etérico han experimentado durante la practica eurítmica. En efecto, se demuestra en la manera tal, que las vivencias espirituales por las cuales se pasa entre el quedarse dormido y el despertar concuerdan con aquello que ha sido preparado y experimentado el día anterior. Y recién en esa integración, se evidencia una fuerza de un efecto especialmente salutífero, dada en esa practica de la euritmia. De hecho, se aporta sustancialidad espiritual en ocasión del despertar siguiente al hombre, cuando de esa manera se practica la euritmia. Y algo muy similar acontece, por ejemplo, en el caso del canto. Al practicar canto con el niño, lo esencial que con respecto a la actividad se desarrolla, es una actividad del cuerpo etérico. El cuerpo astral tiene que adaptarse poderosamente al mismo. En un principio, se opone pero luego lo lleva consigo al mundo espiritual. Al retornar, se expresa una fuerza de acción curativa. Podemos decir entonces: al practicar la euritmia, se expresa más bien una fuerza sanadora que actúa sobre el estado físico del niño; en ocasión del canto, se expresa un fuerza, que actúa mas bien sobre el aparato motriz del hombre y que, con ello, a partir de los movimientos a su vez cobra acción sobre la salud del cuerpo físico. (GA 302, 14-6-1921) |