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Autor: David Martin

Traducción: Ana María Rauh

10-6-1921

RUBICON A MITAD DE LA INFANCIA.

En el año 49 antes de Cristo, el César con su ejercito traspaso al Rubicón en dirección a Roma, lo cual era equivalente a una declaración bélica al senado romano. Según la ley, él y su ejército eran condenados a muerte. No existe el retroceso: “Alea iacta est” (“La suerte esta echada”.)

Hacia el final del segundo grado, los maestros de la Escuela Waldorf realizan habitualmente una reunión de padres con respecto al tema Rubicón. En el Rubicón se trata de un cambio irreversible de la conciencia, que en el niño acontece en el noveno o el décimo año de vida. Durante la preparación de esta reunión de padres a menudo acontece, que el maestro se dirige al médico escolar para obtener información e incentivo. El siguiente aporte desea dilucidar algunos aspectos referidos a la preparación de una reunión de padres en ese sentido.

Una lectura adicional la encontramos en los libros de Müller-Wiedemann (1999) y Selg (2011). En el marco de este aporte no nos referimos a los cambios hormonales y físicos de esta época, actualmente investigados por nuestro grupo de trabajo, dado que aún no ha sido elaborada su importancia para los padres y los maestros.

Dado, que el descubrimiento de la explosividad de esta edad para el resto de la vida se remite a Rudolf Steiner, a continuación reproducimos algunas sugerencias y propuestas dadas por Steiner a este tema: “Tenemos que tener en claro, que entre el 9º y el 10º año de vida, existe un paso evolutivo muy importante para el niño. (…) Se trata de una vivencia excepcionalmente delicada en el niño, por lo cual tenemos que ser excepcionalmente delicados para poder observarla en él. Pero, existe, y debe ser observada. Sucede, que a esa edad el niño aprende a discernir. Con anterioridad a ello, el yo y el mundo exterior confluyen (…) Entre los 9 y los 10 años el niño aprende con conciencia plena, a decir “yo”. (Steiner, 10-7-1924)

“Después del 7º año –aproximadamente- se adiciona el impulso de la autoridad al impulso de la imitación (…) Desde el cambio dentario existe una disposición de entrega a una autoridad exterior. El noveno año de vida se convierte en Rubicón. En la conciencia interior, el niño se desprende de su medio circundante, se diferencia del mismo, se entrega empero con amor al mismo” (Steiner, 21-5-1920)

“(…)  En la misma fase de la vida, en la cual entre el 9º y el 10º año de vida en la cual el niño aprende a diferenciarse efectivamente de su medio circundante, en esa fase es indispensable para toda la vida moral, ética del hombre para todo el futuro, que pueda apreciar a alguien con el máximo sentimiento de autoridad y el máximo respeto, que es su maestro o educador (…)” (Steiner, 29-12-1920)

“La lectura y la escritura no deben ser acercadas al niño cmo algo ajeno, algo extraño, por el hecho de que con anterioridad al 9º año quiere compenetrarse con su medio circundante; no tenemos que enseñarle a partir de aquel abstracto como hoy acontece” (Steiner, 28-2-1921)

“Tomamos en cuenta además, que entre el 9º y 10º, hasta el 11º año de vida del niño se encuentra un importante punto de transición. Quien pueda observar la vida infantil de la correcta manera, sabe, que entre el 9º y el 11º año de vida se encuentra un importante punto vital del desarrollo, que –según como es reconocido por el educador y el maestro- cobra influencia sobre el destino interior, y a menudo también sobre el destino externo, en un sentido favorable o desfavorable. Hasta ese momento, el niño poco se separa de su medio circundante y tenemos que tomar en cuenta, que con anterioridad al 9º año, al niño, la planta se la tenemos que describir de otra manera a como lo hacemos después. Antes, el niño se identifica con todo aquello que lo rodea; luego aprende a diferenciarse; y en realidad, recién después se encuentra con el concepto del yo – antes solamente tenía una percepción del yo.

“En sus primeros años infantiles, el niño aprende la lengua; paulatinamente aprende a decir “yo” a si mismo. Esta diferenciación del propio yo del entorno, es aún algo indefinido hasta el 9º año. Quien de hecho sabe observar la vida, sabe, que el niño atraviesa un Rubicón, que allí, entre el 9º y el 11º año de vida recién aprende a diferenciarse del medio que lo rodea. Para todo el resto de la vida depende algo de enorme importancia el cómo nos comportamos con el niño en ese momento de la vida, mas temprano para un niño, mas tarde para el otro. Al tener la sensación, la percepción: el niño esta llevando a cabo su diferenciación propiamente dicha de la naturaleza exterior; ya no se siente, como se sentiría el dedo en el organismo si tuviese conciencia, se siente ahora como un ser independiente – CUANDO ALLI PODEMOS DISPONERNOS DE LA CORRECTA MANERA, PODEMOS GENERAR EN EL NIÑO UNA FUENTE CONSTANTE DE LA ALEGRIA DE VIVIR Y FRESCURA VITAL. AL NO DISPONERNOS DEL MODO CORRECTO CULTIVAMOS VACIO DE VIDA, TEDIO Y ABURRIMIENTO DE VIDA (Steiner, 27-2-1921)

“(…) EL HECHO DE QUE UN SER HUMANO EN MOMENTOS DECISIVOS DISPONGA DE VIGOR Y LOZANIA, O SI PORTA UN ALMA YERMA A LO LARGO DE LA VIDA depende en gran parte –no en todas- del comportamiento del maestro y del educador entre el 9° y 10° año y medio frente al niño (…) “ (Steiner, 28-2-1921)

La importancia decisiva de la mitad de la infancia como “lugar de acople” con respecto al modo existencial y la conducción de vida del adolescente y del adulto es tomado en cuenta recién últimamente, y por ahora, tan solo de modo incipiente por la ciencia (Del Guidice Met-al 2009). En la pedagogía tradicional hasta hoy impera poca conciencia con respecto a esta “transición vital” que acontece alrededor del 9° y 10° año de vida – presumiblemente, porque, tal como Steiner también lo dice, las expresiones de esta crisis son muy sutiles y no son tomadas en cuenta, cuando solo prestamos atención a lo externo. Cuando empero guiamos nuestra conciencia a las señales sutiles de cambio durante este tiempo, varios por menores pueden llamar nuestra atención:

  • Aparece una nueva conciencia con referencia al cuerpo propio. El niño, por ejemplo, de pronto cierra la puerta del baño ( un real sentimiento de pudor y el deseo de ocultar el cuerpo también frente a los propios allegados, a menudo se produce recién con la entrada a la pubertad).

Con respecto a la vida interior, por ejemplo:

  • Aparecen nuevos temores (por ejemplo: frente a la oscuridad, frente a la salida de los padres a la noche, que a los padres les pueda pasar algo al salir de noche).
  • Aparece un nuevo tipo tenaz de aburrimiento. Algunos niños recién conocen de hecho el aburrimiento, el tedio – con anterioridad se encuentran protegidos al respecto, por las propias fuerzas de la fantasía- .
  • Repentinamente ha desaparecido la magia del juego, de rincones de juegos y lugares en la naturaleza.
  • El niño regresa triste y desolado de la escuela, no sabe porque. Los padres se sienten desvalidos.; el niño se siente solitario.
  • El niño comienza a conjeturar que la muerte es algo definitivo y se formula preguntas al respecto.
  • Aparecen nuevos intereses, modos de comportamiento y nuevas metas de vida, que a veces cobran influencia sobre toda la vida restante. (Hinrich Chliemann, por ejemplo, ha decidido a los 9 años descubrir la ciudad de Troya, que hasta ese entonces había sido considerada mitológica, una decisión, que marco toda su vida.).

Mucho de aquello acontece interiormente, permanece oculto. Por ejemplo, con referencia a relaciones:

  • De pronto, el niño ya no tiene el impulso de compartir el tiempo con los padres. Los amigos se tornan más interesantes, las amistades mas intensivas –así también los secretos (escrituras y lenguajes secretos) con niños de la misma edad.
  • Los niños, que hasta entonces no conocían a uno de los padres, o ambos padres, quieren conocerlo ( y pueden estar amargamente decepcionados, cuando esa persona no se corresponde con la figura ideal imaginada).
  • El maestro deja de ser el venerado ejemplo y la mejor persona del mundo, sino una persona común, cuyas debilidades y particularidades llaman la atención (también superficialidades, como su aspecto físico, la vestimenta, la manera de moverse y de hablar).
  • Los niños van a la casa del maestro sin aviso previo, para examinar como vive el maestro y si allí se comporta de diferente manera.

Esta época es, tal como todo pediatra lo sabe por experiencia propia, el tiempo con la mayor incidencia de padecimientos psicosomáticos, tales como dolores de vientre, dolor de cabeza, angustia escolar, etc. Asimismo, los estudios epidemiológicos muestran, que los trastornos marcados por el miedo y el temor, ostentan su prevalencia máxima entre el 9° y el 10° año de vida. (Costello et  al 2003).

La mayor prevalencia de prescripción de estimulantes (Ritalina, etc.) se encuentra también a la edad de 9, 7 años (Cox el al 2003). Repentinamente, a partir de los 10 años, aparece el tema del suicidio en las estadísticas – y por el hecho de que los niños a esa edad habitualmente son muy sanos físicamente, el suicidio se ubica en el tercer lugar como causa de muerte de los 10 a 15 años (CDC 2011). ¿Qué acontece entonces en esa época? ¿Podemos acaso brindarle una imagen a los padres, que los estimule a un desarrollo optimo de sus fuerzas frente al niño?

El pequeño no pregunta: ¿Esto lo puede realizar mi educador? (esto se refiere a los padres, maestras jardineras y otras personas de referencia).  ¿Ella, o él, se encuentran correctamente afirmados en la vida? ¿Puedo brindarles mi confianza? “- se entrega pleno de confianza, imita todo y desarrolla su pensar, su sentir y su modo de moverse y de estar activo, a partir de los incentivos que recibe de su medio circundante. Esa imitación continúa también en el 7° y 8° año de vida, a pesar de que en el pensar, los niños muestran una y otra vez, una postura crítica frente a los educadores. Este distanciamiento es sentido – y con ello se torna existencial – recién, cuando los sentidos adquieren una determinada independencia, o, mejor dicho, una lucidez. Esto, los padres ya lo notan en el saludo al llegar a casa, por ejemplo del trabajo: ya no viene a su encuentro exaltado un siete añero, al que toman en brazos y con el cual anímicamente pueden amalgamarse. En lugar de ello pueden notar, que se encuentran frente a un niño que está formulando una leve pregunta anímica de tipo existencial y podría generarse un leve temor, de que de alguna manera el niño pudiese sufrir una decepción.

Según Steiner, mucho depende de que podamos salir airosos de este “examen anímico” planteado por los niños, que justamente están desarrollando una nueva conciencia para su propio ser. ¿Acaso, este ser propio, que justamente en los sentimientos, tímidamente esta vislumbrando la luz del mundo, podrá constituirse en una fuente de dicha de vida y en rigor, vital? ¿Acaso, los adultos pueden mostrarle a través de su ejemplo, pueden transmitirles, que el ser propio es una fuente de intuición, de luz, y de energía, que es algo, acerca de lo cual a diario podemos alegrarnos con gratitud? Al existir un vinculo solido., basado sobre el respeto y el reconocimiento a menudo es suficiente una leve mirada, perceptiva, de mutua aprobación y confirmación, que en un instante todo lo dice. En la actualidad, empero, sucede que del niño parte una impetuosa llamada dirigida al adulto: “¡Toma posesión de ti mismo, ten conciencia de la dimensión espiritual de tu propio ser como fuente de creatividad y amor, evidenciando al mismo tiempo, que eres un ser humano diligente y competente, en el cual puedo depositar mi confianza!”. Esta llamada, es una voz callada, no articulada y no puede ser respondida con palabras bonitas – las mismas rebotan, careciendo de sentido -. Esta exclamación es una oportunidad para el avance del autodesarrollo, orientada hacia todos los adultos. Los niños no requieren que el adulto tenga que ser perfecto – tienen una enorme capacidad de indulgencia – pero, persistentemente les quita fuerza, alegría y energía, cuando sienten, que esa oportunidad para la evolución propia no es tomada en cuenta por las personas de referencia.

Cuando los niños tienen la fortuna de relacionar con el despertar del yo, un clima primaveral de energía, de fresca fuerza formativa, siendo, que este sentimiento del yo se convierta en un faro de luminosidad constante, entonces, tienen buenas perspectivas de poder pasar con poco daño las tempestades y tsunamis de la pubertad. Entonces, los educadores pueden tener la vivencia altamente dichosa, que el adolescente algún día – y esto puede acontecer de un día a otro- tome el remo, amalgamando la tripulación interior del alma, en un equipo motivado y fuerte, conducido por el yo.

El Rubicón de la mitad de la infancia está acompañado por un cambio de la constelación de las fuerzas del niño y aporta una ayuda, para comprender a los niños, si desarrollamos una conciencia referida a esta esfera de la vida. Estas fuerzas también reciben la denominación de fuerzas plasmadoras o fuerzas etéricas. Un desafío para la investigación y la descripción de las fuerzas plasmadoras resulta ser – también en lo referido al desarrollo del niño- que difícilmente pueden ser expresadas con simples palabras. Pueden ser transmitidas empero, mediante el sumergirse en el clima de las figuras imaginativas. A continuación se hará el intento de describir los cambios más notorios en la constitución de las fuerzas vitales en la mitad de la infancia, a modo de imagen.

Para comenzar, presentaremos una “meditación imaginativa con respecto al tema”. Los deportistas de alto rendimiento y otras personas que se fijan elevadas metas, aprovechan la fuerza y las facultades integras, que pueden brindarnos tales profundizaciones en la concepción y en las imágenes. Steiner ya ha anticipado este desarrollo, indicando a los maestros, que no serán las reglas del comportamiento, los contenidos didácticos y las artimañas educativas, lo que los convertirá en buenos maestros, sino la profundización meditativa referida a los acontecimientos más profundos del desarrollo infantil. Una profundización tal conduce a que luego, en la tarea cotidiana tengamos intuiciones fecundas, pudiendo mantener entonces vivo, un entusiasmo duradero por la tarea. Al cabo de la meditación, sigue una explicación para su profundización. Imagina, que te encuentras en un mar de vida. No, agua-vida. No intentes, analizar lo que estoy diciendo, siéntelo: un mar de vida. Fresco, todo abarcativo, uniendo todo, constantemente en movimiento -¡vida!. Ahora, tu cabeza lentamente emerge del mar. ¿Qué sensación es esa? ¿Acaso, tu cabeza se siente solitaria? ¿Comienza a ver a los objetos de manera separada, los cuenta? A veces, hasta sientes un poco de aburrimiento, pero, prontamente te sientes arrastrado, arrebatado nuevamente por la corriente de la vida, que rodea al resto de tu cuerpo.

Ahora, tu cuello emerge del mar. La cabeza puede girar, la atención puede sr guiada por uno mismo.

¡Aparece el pecho! Comienzas a respirar de manera diferente. Tus pulmones – y tus sentimientos – son más libres, pueden ampliarlas en mayor medida, estando empero solos. Por vez primera desarrollas sentimientos completamente individuales acerca de tus pensamientos propios, tu entorno, tus palabras, las personas que te rodean, tu vida.

Ahora, has cruzado el Rubicón. Lentamente, tu cuerpo adquiere una cierta independencia del mar de la vida. De modo semejante como la Venus de Botticelli, el alma emerge del mar de la vida y se apodera del cuerpo propio, un proceso, que encuentra su final interino con la pubertad: entonces, eres un alma completamente desnuda.

EL NACIMIENTO DE VENUS DE SANDRO BOTTICELLI

Hasta el final de la época del jardín de infantes, los niños se encuentran dentro de una envoltura etérica, tal, como si se encontrasen sumergidos dentro de un “mar” etérico. Ese mar los transfluye, los plasma y los colma de alegría (“el estado anímico del niño pequeño es apacible-festivo”, escribe Harnack en la introducción en su manual de ciencia médica infantil). La “sonrisa perceptiva” de los educadores, a ese mar le adiciona el calor, que “incuba” los órganos del niño, tal como lo describe Steiner. Una y otra vez, con frecuencia cada vez mayor, emerge la cabeza del niño de este mar etérico, tomando conciencia del mundo, de un modo cada vez más sólido, constante, contable, captable mediante símbolos. Cuando la cabeza y el cerebro han alcanzado un desarrollo tal, que por sí mismos, sin esfuerzo debilitante, por mayores lapsos pueden flotar sobre el mar, sintiendo gozo por ello, entonces, el niño ha alcanzado la madurez escolar. El cuello aún se encuentra sumergido en el mar. Esto, entre otro, lo podemos ver por el hecho, de que la mayoría de los niños hasta la edad de 8 – 9 años  no dibujan el cuello, con excepción de que se les ha enseñado explícitamente.

Luego, paulatinamente emerge el cuello del mar y con ello, la facultad, de poder manejar de mejor manera el pensar y, al estar pensando acerca de un asunto, poder modificar la perspectiva, obtener distancia, también, frente a los educadores. No se trata empero, aún de un distanciamiento en lo anímico, (el cerebro solamente transmite una conciencia de aquello que se siente) aún se encuentra sumergida en el mar. Entonces, los sentimientos y los impulsos de los educadores aún se imitan de manera directa, y esa es la base de la enseñanza rítmica  -artística  Waldorf a esa edad.

Pero, casi infaliblemente, llega el momento a menudo doloroso para el maestro y educador, cuando la caja torácica, dotada ahora cn nuevas estructuras etericas propias, comienza a elevarse del mar etérico general. Cuando el entorno psico – social, entorno anímico es amoroso y sano, esto a menudo acontece con suavidad. En el caso de un entorno amenazante, o psicosocialmente sobre – estimulado, puede producirse empero un real parto prematuro y/o parto precipitado, con las consecuencias de un estilo de vida a menudo inquieto, pleno de riesgos y carente de ligaduras sólidas (Del Guídice el al 2009, Ellis y Essex, 2007). Sin tomar en consideración al entorno, esta cierta separación de las fuerzas vitales propias, ahora sentidas, de aquellas del mundo circundante, y de las personas, está sujeta habitualmente a un determinado grado de contracciones de parto y dolores de parto. Ese es el caso sobre todo, en oportunidad de los niños dotados, que a partir de su conexión con el mundo etérico han podido traer el hechizo de tanta belleza, creatividad y musicalidad al mundo. Ahora, sus dibujos se tornaran más realistas, pero, a su vez, menos coloridos, menos florados, menos parecidos al mundo de las hadas. A menudo, estos niños pierden la musa constante que los había inspirado. Hasta poco antes de la madurez escolar, una y otra vez, la cabeza padecía de aburrimiento, pero, los adultos y los amigos lograron con facilidad, conquistar al niño para un juego, simplemente, a partir del entusiasmo propio. Ahora, a veces la cabeza Y LOS SENTIMIENTOS sufren aburrimiento – ese tedio es de mucho más difícil manejo; solo es posible directamente a través de la voluntad, la acción, o, mediante propuestas realmente fascinantes. Lo mismo acontece con respecto a la relación hacia el niño: como educador, ya no es posible rodearlo simplemente con los brazos y sentirse allegado a el. A veces puede suceder, pero, esos momentos se tornan escasos. El niño posee ahora su propio cuerpo etérico del sentir. Ya no podemos suministrarle sentimientos directamente a través del cordón umbilical etérico (al tomar conciencia de este hecho como educador, tanto más valoraremos los momentos en los cuales esto aún acontece, tanto más los valoraremos y aprovecharemos, no, para sentimentalismos, sino para un presente, interiormente sonriente, generador de calidez, formador orgánico; para un seguro, de que el mundo es BUENO). Tenemos que motivar a los niños por el hecho de que nos respeten, que sientan: él / ella sabe esto, él /ella me mostrará como yo pueda ser una persona de bien. Los niños de esta edad, solo se orientarán anímicamente en nosotros, los adultos, cuando así quieran hacerlo, y solamente podrán quererlo, si obtenemos validez frente a ellos, por nuestra integridad y nuestra competencia.

Naturalmente, la historia del niño que emerge del mar etérico, no ha llegado a su final con el alcance al Rubicón. El proceso avanza centrípetamente, hasta que la conciencia a través de todo el cuerpo, llegando al sistema de las extremidades obtiene una determinada objetividad. Es por ello que Steiner recomienda, implementar las leyes de la fisca, que ya pueden ser estudiadas a partir del Rubicón, recién a partir del 12° año, sobre el cuerpo humano (mecánica de las articulaciones, óptica de los ojos, etc.). “Cuando observamos niños menores de 11 años, podemos observar que todos los movimientos aún emergen del interior. Al observar niños mayores de 12 años, podremos ver, que se afirman sobre sus pies de manera tal, que siempre buscan encontrar el equilibrio, que sienten interiormente el equilibrio de la palanca, lo maquinal del sistema esquelético. Es decir, entre los 11 y los 12 años, lo espiritual – anímico se expande, llegando hasta el sistema óseo. Con anterioridad, lo espiritual – anímico posee una mayor interioridad ( Steiner, 22-8-1922).

Al mismo tiempo, la cabeza ya está por emerger de su propia envoltura anímica (astral) – esto empero, es otro capítulo de la evolución infantil: la historia de una enfermedad con auto curación, “a la que denominamos pubertad”. Para finalizar, a continuación reproducimos una detallada cita de Steiner, referida a la mitad de la infancia.

“Y entonces, el alma del niño a esa edad aún posee la cualidad de estar profundamente arraigada con el entorno. Recién al llegar al final de esta fase de la vida, que acontece a los 12 / 13 años, vemos, QUE EL NIÑO SE DIFERENCIA CLARAMENTE DE SU ENTORNO, que sabe: el yo es interior, la naturaleza es exterior. Por cierto, que la conciencia del yo existe aún en la primera edad infantil, pero, allí se trata más bien de un sentimiento. Al querer educar correctamente, tenemos que saber que ENTRE EL 9° Y EL 10° AÑO Y MEDIO, APROXIMADAMENTE, YACE UN PUNTO IMPORTANTE DEL DESARROLLO INFANTIL. Es el punto, en el cual el niño se profundiza interiormente de mantera tal, QUE APRENDE A DIFERENCIARSE POR DOQUIER DE LA NATURALEZA Y DEL RESTO DEL MUNDO EXTERIOR. Con anterioridad a este momento, que es UN FUERTE PUNTO DE TRANSICION EN LA VIDA HUMANA, el niño, en definitiva ve su medio circundante en imágenes, por el hecho de que el mismo aún se encuentra enraizado con su propia vida interior, con imágenes, que muchas veces son simbólicas. Piensa acerca de su entorno de manera simbólica. Después comienza otra época. El niño SE DIFERENCIA DE LA NATURALEZA Y DEL MEDIO CIRCUNDANTE EXTERNO. Es de suma importancia, que el educador pueda evaluar de correcta manera este momento de la vida, que para un niño se produce un poco antes, para el otro, un poco después. DADO QUE, COMO EL MAESTRO Y EL EDUCADOR SE COMPORTA DE CORRECTA MANERA ENTRE EL 9° Y EL 10° AÑO – PATRENALMENTE, CORDIALMENTE, GUIANDO AL NIO CARIÑOSAMENTE A TRAVES DEL RUBICON-, SIGNIFICA UN IMPACTO EN LA VIDA HUMANA, VIGENTE DURANTE TODA LA SIGUIENTE EXISTENCIA, HASTA LA MUERTE FISICA. El hecho, si en el momento decisivo una persona pueda tener VIGOR Y LOZANIA, o si porta por la vida ABURRIMIENTO Y SEQUEDAD DEL ALMA, depende en muchos sentidos – de hecho, no en todos – del comportamiento del maestro y educador entre el 9° y el 10° y medio año de vida para con el niño. A veces se trata tan solo, de ENCONTRAR LA PALABRA JUSTA EN EL MOMENTO JUSTO, cuando tal vez algún niño o alguna niña nos pregunta algo en el pasillo, podamos PONER EL GESTO CORRECTO, al contestar el gesto correcto. El arte de educar no es algo que pueda aprenderse de manera abstracta, ni puede ser enseñando abstractamente – como tampoco la pintura, la escultura u otro arte, sino que es algo que se basa sobre una infinidad de pormenores, que emanan de la cadencia anímica. Esa cadencia del alma puede ser obtenida justamente de la ciencia espiritual antroposófica. De allí emana asimismo, como debemos diferenciar entre aquello que debemos aportar al niño con anterioridad a este importante punto de la vida entre el 9° y el 10° año de vida, y medio año después” (Steiner, 28-2-1921)

10-6-1921

Cumpleaños de Angeles.