Gabriele Albrecht MADUREZ ESCOLAR - ¿Cómo puedo detectar en el niño, si el cuerpo etérico está dispuesto para el aprendizaje? Todos los años en enero estoy parada allí, con los maestros del gremio de la recepción de nuestra escuela, frente a 50 – 60 niños, presentados por los padres expectantes y confiados, para su ingreso a la escuela en el siguiente año escolar. Para toda la restante escolaridad, el inicio de la misma cobra una especial importancia, sobre todo en nuestras escuelas Waldorf, en las cuales los niños pasan toda la escolaridad en una comunidad, con lo cual se plantea asimismo la pregunta, si con su evolución individual se encuentran en concordancia con aquella de sus compañeros de grado. Existe una gran diferencia entre el aprendizaje en la época del jardín de infantes y el aprendizaje en la escuela, siendo que los niños en el jardín de infantes miden sus fuerzas frente al mundo en el juego, a través del marco dado y la oferta de los juegos, mientras que en la escuela tienen que ocuparse con los contenidos concretos, durante el tiempo establecido. Y en medida cada vez mayor se apela a la capacidad del pensamiento, la facultad de la abstracción. ¿Desde donde se genera esta facultad? A partir de qué fuerzas el niño adquiere la facultad de que, al darse cuenta de que tienen cinco dedos en una mano, ya no tiene que contar los dedos de la otra mano o los dedos de los pies para saber que también hay cinco? Considerado desde el Estudio del hombre, se trata de fuerzas vitales transformadas, fuerzas de crecimiento, que ya han llevado a cabo una importante transformación del cuerpo infantil desde el nacimiento hasta la edad escolar. “Estas fuerzas, activas en el cuerpo etérico, actúan en el comienzo de la vida terrenal humana – más claramente durante la época embrional – a modo de fuerzas configuradoras y de crecimiento. En el curso de la vida terrenal, se emancipa una parte de estas fuerzas del accionar en configuración y crecimiento, para convertirse en fuerzas del pensar (…) De máxima importancia es, saber que las fuerzas comunes del pensar del hombre, son las refinadas fuerzas configuradoras y del crecimiento” (g A 27, Dornach 1925, “Elementos fundamentales para una ampliación del arte curativo según conocimientos científicos espirituales” – Steiner-Wegman) Partimos entonces del hecho de que a partir de una determinada edad, una parte de las fuerzas del crecimiento y del plasmado de formas, ya no son necesarias para el “desarrollo de órganos” para la edificación fundamental y diferenciada del cuerpo humano. Entonces, estas fuerzas se liberan (aproximadamente podemos imaginarlo como en procesos quimios, cuando por ejemplo se libera calor) y se encuentran a disposición para otras misiones. Rudolf Steiner habla de “TRES PARTOS” (nacimiento del cuerpo físico, nacimiento del cuerpo etérico durante la época del cambio dentario, nacimiento del cuerpo astral, durante la época de la madurez sexual). (Rudolf Steiner: La educación del niño desde el punto de vista de la ciencia espiritual, Dornach 1988, página 19) Todos nosotros conocemos a estas fuerzas, dado que un poco de anabolismos acontece en cada uno de nosotros durante la noche, cuando nos recuperamos del trajín del día, del estar despiertos. Podemos vivenciar entonces que al cabo de una noche mal pasada, nuestra capacidad del pensamiento y de la concentración no es la habitual, o que durante una enfermedad febril o en la covalencia de una enfermedad, no estamos en condiciones de poder confrontarnos con requerimientos intelectuales complicados, puesto que nuestras fuerzas regeneradoras, nuestras fuerzas etéricas, están sujetas a la re-edificación corporal, siendo que dentro de otro modo se alteraría el curso curativo al retrotraer esas fuerzas vitales, empleándolas como fuerzas del pensar. De hecho pensamos con las fuerzas, que de otro modo trabajan como fuerzas de vida en el organismo. Este contexto legitimo, es de considerable importancia justamente también para la educación. Dado que de ello se deduce: cuanto más temprano estimulo al niño para el pensar puntual, forzado, tanto antes le retiro fuerzas a su organismo físico. Al implementar prematuramente la enseñanza científica, esto hasta perjudica sutilmente, el crecimiento corporal. No en vano a menudo podemos observar, también en la Escuela Waldorf que los niños “pegan un estirón” durante las vacaciones. Otro “éxito” negativo de una prematura coerción hacia el pensamiento de abstracción se produce cuando las personas, mas tarde en la vida muestran una real alegría frente al pensar. Los pensamientos no-digeridos, formas del pensar inculcadas prematuramente, que aun no pueden ser elaboradas plenamente y que consecuentemente quedan ajenas, a semejanza del sistema inmunológico del cuerpo físico, provocan una reacción defensiva-psíquica. Ya no se tiene el deseo de pensar con plenitud del sentido, razón por la cual entonces el pensar resulta ser más bien dificultoso. Por ello para las facultades intelectuales en la edad adulta es de excepcional importancia que durante la infancia, al conjunto del organismo pueda desarrollarse, crecer con salud y destreza para la vida. Entonces las fuerzas vitales estarán a disposición con un determinado excedente, de modo tal que gustosamente pensamos, constituyendo. He experimentado que gran parte de las dificultades del aprendizaje pueden ser influenciadas positivamente y efectivamente mediante el mejoramiento de la situación física del niño. Aquí mi misión en la escuela comienza a tomar un carácter esencial. En la charla con los padres, maestros y terapeutas, en la contemplación del niño, para poder acceder a las ayudas individuales. De esta manera nuestra recomendación acerca del comienzo de la escolaridad no solamente arroja luz o sobre el primer año escolar, son solamente sobre la escolaridad den su conjunto, sino sobre toda la vida venidera. Los niños se desarrollan – o ¿podría decir, crecen? – en realidad siempre desde arriba hacia abajo: en las primeras semanas comienzan a fijar la mirada en nosotros, sonríen, en la U4 juegan con sus manitos, en la U5 con sus pies, primero avanzan remando con los brazos, con anterioridad de valerse de los pies para gatear. Durante la época embrional y la época fetal, la cabeza es la parte de mayor tamaño, mide la mitad del largo corporal (Armin J. Husemann, El cambio dentario del niño. Un espejo de su desarrollo anímico, pág. 19, fig. 4, 1996), como primera parte del cuerpo, alcanza su tamaño pleno, aproximadamente a los tres años, mientras que la madurez, pulmonar se adquiere a los nueve años, y el sistema del esqueleto, como se sabe termina su crecimiento recién a los 16 hasta los 18 años y a veces recién a los 21. También el cerebro ye l sistema nervioso en los primeros años de vida, siguen su maduración hasta el quinto, o sexto año de vida, mientras que más tarde ya no poseen gran capacidad regenerativa (los procesos curativos en el sistema nervioso, más bien son re-organizaciones y no, re-generaciones. (Conferencia del profesor Dr. G. Húther – Medicina y Salud, 2011). En estos años de la vida, el sistema inmunológico tiene que probar su eficacia y tiene que aprender a repeler enfermedades e infeccione, razón por la cual los niños del jardín de infantes tienen tantas infecciones, mientras que lo escolares gozan de tan buena salud. El timo, órgano contenedor central de linfocitos, a modo de cabeza, a cerebro de ese sistema repelente, al cabo de ese tiempo pierde su tamaño y su función, ejerciendo su actividad mayor, en los primero siete años de vida (ver Dannielle Lemann/ Dr. GHansueli Albonico: “La madurez escolar a partir de nuevas investigaciones medicinales. Madurez escolar como cuestión del estudio del hombre en Júrgen Flinsbah: madurez escolar, capacidad escolar, obligación escolar, folleto 16 de estudios de la Asociación internacional de jardines de infantes Waldorf) Por lo tanto las fuerzas del crecimiento en los primeros años tienen la misión principal de desarrollar los órganos, formarlos, modelarlos. Los niños ya han tenido tiempo durante varios años para la conquista de ese cuerpo. Comparado con las fotos de lactante, ya prácticamente no es el mismo niño. En lugar de los 50, 52, o 56 cm, su largo ahora es de 115 hasta 122 cm. Esto es más del doble. El niño ha alegrado su entorno, ha captado la atención, al desarrollar la fuerza para erguirse, luego poder caminar, después dar expresión a sus impulsos anímicos cada vez más diferenciadas y el haber causado el asombro por sagacidad y la compenetración de ideas de la vida cotidiana infantil. De hecho ha crecido en todas las direcciones, en lo físico, lo anímico y lo espiritual. Todo ello tiene avance. Los niños tendrían una estatura de 1,60 m hasta 1,90 m, tienen que aprender a manejarse en la vida, como personas vigorosas, anímicamente estables y pensantes. No tiene que decepcionarnos, en ocasión de un estudio- PISA. Ha llegado el momento de ir a la escuela. Para que aprendan algo para más adelante. Pero Rudolf Steiner nos advierte lo siguiente: “Tenemos que recordar que el niño mientras que le enseñamos y lo educamos, aun tiene que ocuparse de otras cosas que aquellas que nosotros llevamos a cabo con él. El niño tiene que ocuparse de diversas cosas, que solo indirectamente nos atañen. El niño tiene que crecer (…) Vale decir: mediante nuestra enseñanza y nuestra educación, no debemos alterar el crecimiento (…) No es permitido educar y enseñar solamente de manera tal que llevándolo a cabo acompañemos a la necesidad del crecimiento. Lo que aquí estoy diciendo es de suma importancia para la instrucción primeria”. (Steiner, g A 293, septiembre 1919 – Estudio del hombre) A mi modo de ver, se trata de un llamado inconfundible, a ser cuidadosos con el tipo de carga, sobre todo, la intelectual. ¿Qué pasos concretos del crecimiento son lo que nos revelan que el niño mediante los mismos ha liberado fuerzas etéricas, para poder dominar con las mismas, las tareas propuestas en la escuela, sin ser afectado por daños? En este umbral del acceso a la edad escolar existe un proceso evidente que no tiene repetición en ninguna otra edad de la vida, único en la vida humana: el cambio dentario. Del mismo modo como en la época fetal se forman los pimpollos de los dientes de leche en el paladar, se generan los dientes nuevos, duraderos “propios” en el curso de los primeros seis años de vida, ocultos en el paladar. Sacando las muelas del juicio, hasta el tiempo de la madurez escolar, se han formado todos los dientes duraderos. Comienzan a expulsar los dientes infantiles “heredados”, los dientes de leche para establecer como órgano más duro, del cuerpo humano. Esto no acontece a los 14 años, ni a los 21, los 28, los 60, el organismo ya no forma otros nuevos dientes propios. A la edad de la madurez escolar, al menos sale del paladar un nuevo diente incisivo y atrás, en el fondo se abre una nueva hilera dental, mediante los primero molares. Según du origen, los dientes pertenecen a la piel. Esto queda de evidencia en los animales inferiores (por ejemplo los reptiles y los tiburones). En ellos se renuevan constantemente a modo de escamas de la piel, tienen una asiento de flojedad esencialmente mayor y son más blandos. Recién los mamíferos se extraen de esa constante renovación, se oponen, por así decirlo a la constante influencia regeneradora normal, tal como la conocemos de otras celular del cuerpo, por ejemplo la mucosa intestinal. Simultáneamente con esa detención, en realidad, acumulación de fuerzas vitales, fuerzas regeneradoras, en la evolución se produce la diferenciación de lo dientes: los dientes del tiburón tienen el mismo aspecto en su parte delantera y trasera. Recién en los mamíferos encontramos especificaciones (Armin J. Husemann: El cambio dentario del niño. Un reflejo de su evolución anímica, 1996, página 41-44). Incisivos marcadamente desarrollados (y ausencia de molares), encontramos en los roedores. En los animales carnívoros, hasta los dientes delanteros toman la forma puntiaguda de los colmillos. Y finalmente los molares, los encontramos con mayor desarrollo en los rumiantes, en las vacas, en el paladar superior faltan por completo los incisivos (Michaela Glöckler, El escolar, misión compartida del médico y maestro. Persephone, Tomo 2, 1998) Al contemplar el modo de vida y el tipo de ingesta alimentaria de estos animales, llama la atención el siguiente contexto: las vacas pasan gran parte del tiempo con constante digestión, se encuentran anatómicamente dispuestos de la mejor manera con sus diversos estómagos. Con vigorosas piernas se sitúan firmemente sobre la tierra. Estas vacas necesitan poco sueño, le alcanzan 1 a 2 durante la noche. Los movimientos son serenos, la velocidad del paso está determinada por la velocidad de ingesta en el pastoreo. Cuando nos acercamos a ellas, levantan la cabeza con calma, de una manera que en realidad no recuerda a la reacción de un incentivo sensorial. Los roedores en cambio, por ejemplo, las marmotas, lauchas, ardillas y los conejos se mueven con la velocidad del rayo, presurosos, bruscamente y a saltos. Sus silbidos son estridentes, de alta frecuencia y corresponden a la marcada vigilancia, típica para estos animales. En cuero modo se trata de una nerviosidad, un desarrollo expresamente especializado de los órganos sensoriales, característico para ellos. Estos animales también durante el día necesitan breves pausas de sueño, para la regeneración de su enorme estar en guardia. ¿Y las fieras? ¿Alguna vez han observado un gato en el momento de la caza? ¡Acercamiento sobre pata de terciopelo, en calma exterior absoluta, pero plenamente despierto! Y luego en el momento decisivo, bajo enorme tensión muscular y fuerza, se lanza en el momento decisivo, bajo enorme tensión muscular y fuerza, se lanza sobre su presa con la velocidad del rayo. Al igual que los roedores, las fieras poseen la altamente desarrollada organización sensorial, pero sin abstraerse por completo en la misma. Con los ungulados los une el vigor de los miembros y del sistema metabólico. Para esa elasticidad empero, de pasar vertiginosamente de la calma manifiesta a la elevada velocidad del ataque, necesitan en primer lugar de un sistema circulatorio sanguíneo y respiratorio altamente rendidor, dado que tienen que producirse una distribución modificada – repentina de la sangre a la musculatura. Es así que en la organización interior de la fiera domina el sistema respiratorio y de la circulación sanguínea, nosotros lo llamamos sistema rítmico, que ejerce la mediación, entre el sistema nervio-sensorial de los roedores y el sistema dominante metabólico y de los miembros de los ungulados ¿Y la dentadura nuestra? Adelante tenemos dientes incisivos como los roedores, colmillos como las fieras y molares como los ungulados- y en nuestra dentadura perdurable tenemos todavía una cuarta forma de diente, para la cual no existe especificación en el reino animal, los premolares, que se encuentran entre los colmillos y los molares. Son específicos para el hombre y hacen su aparición recién con la dentadura duradera. También en el desarrollo temporario y la generación dentaria se refleja la secuencia evolutiva cráneo-caudal del hombre en su conjunto, vale decir, de arriba hacia abajo, empero con la aparición retardada de los dientes del medio: primeramente aparecen los dientes incisivos, que representan al sistema nervio-sensorial, luego se encuentra a disposición también una base solida para el apoyo de la nutrición terrenal mediante los dientes de leche. La parte media, los colmillos en el desarrollo dentario aparecen en la mayoría de los casos en el tercer año de vida. En la madurez escolar comienza entonces el nuevo periodo de dentición, esta vez empero con un nuevo diente incisivo, como así también con el comienzo de una nueva secuencia dentaria, del ensanche de la hilera dentaria hacia atrás, en el cual al mismo tiempo aparecen los sextos, en la mayoría de los casos, aun con anterioridad a los dientes incisivos, en la actualidad a menudo a modo de un segundo paso del cambio dentario, en la segunda fase (aproximadamente a los 10-11 años, los molares lácteos, son reemplazados por estos premolares y los colmillos complementan este punto medio. Recién entonces el paladar se amplía hacia atrás para los segundos y eventualmente, los terceros molares (dientes del juicio). En la dentadura de leche tenemos 20 dientes, 5 en cada mirad del paladar, en lugar de los 8 en la dentadura perene. Es interesante que en los dientes de leche encontremos una frecuencia de forma mucho mayor, también las épocas de salida muestran mayor constancia dentro de límites mucho más estrechos de los niños de igual edad, que en el caso de los dientes duraderos. Observamos una variación aun mayor en el caso de los dientes del juicio. Es así que los dientes de leche los vemos determinados en mayor medida pro la especie (el hombre), la dentadura perenne empero, la vemos determinada pro la individualidad. En los dientes de leche se evidencia más bien un tipo generalizado, en la dentadura perenne en cambio, la personalidad que está por encarnarse. ¿Qué acontece en el cambio dentario mismo? Cuando del otro modo en el cuerpo tienen que ser cambiado células, las mismas por voluntad propia y nuevas células ocupan su lugar, liberado. Eso no acontece en el caso del cambio dentario. Las raíces de los dientes de leche reciben el acoso de la presión de las coronas de los dietes duraderos. Su dentina se daña, generándose una reacción inflamatoria, en la cual las raíces de los dientes de leche directamente son digeridas, siendo que la sustancia disuelta pasa a la sangre, tal como acontece ene l intestino con el alimento recepcionado. Por lo tanto es lo primero que “mastican” los dientes duraderos, las raíces de lo dientes de leche. Luego sus coronas caen, al no tener sostén ya en el maxilar. Es así que aquí no tiene lugar una regeneración común del tejido propio del cuerpo, si no que los dientes de leche – casi como sustancia extraña – son expulsados activamente. Esto puede ser ratificado hasta dentro de los específicos tipos celulares, que pueden ser hallados ene se proceso (células gigantescas, glóbulos sanguíneos blancos y hasta enzynas digestivas) se formula la pregunta: ¿Qué le están ajeno al hombre para que lo rechace como un tejido de trasplante? Es como si en el cambio dentario, la individualidad que está tomando posesión de manera cada vez más profunda de su cuerpo se defiende contra los dientes de leche, heredados, de tipo general, para ubicarse en el lugar de los mismos (Husemann, páginas 52-54) Solamente podemos intuir el esfuerzo tan grande, necesario para un proceso tal. Es imaginable que esa capacidad, al cabo de la tarea realizada esté dispuesta para otros emprendimientos. Considero importante referirme brevemente a la forma dentaria media, los premolares, en cuyo caso en el reino animal no hallamos una unilateralización como en los dientes incisivos, colmillos y molares. Esta forma dental, que de hecho en su figura y su forma es como una unión, una transición, una forma originaria entre las formas dentales referidas, aparece en la mitad de la infancia, cuando el crecimiento pulmonar ha llegado a la madurez, a lo 9 – 10 años. Estos dientes tienen correspondencia con el equilibrio del medio, que se encarna recién en el hombre a la edad de la madurez escolar. Poder equilibrar el sentimiento entre el pensar y el hacer, poder participar con el sentimiento ene l entorno, poder respirar a la par a través de la parte media obtenida en el segundo septenio, es una necesidad propia de la edad, específicamente humana. Y de esta manera una frase-guía de Rudolf Steiner para la pedagogía en el inicio de la escolaridad es LA EDUCACIÓN TENDRÁ QUE CONSISTIR EN LA ENSEÑANZA DE LA CORRECTA RESPIRACIÓN (Estudio del hombre, g A 293, primera parte) Contemplemos ahora al CAMBIO GENERAL DE LA FIGURA, también allí podemos observar al comienzo del cambio de la parte media del hombre. Esa transformación es la condición previa para el mejoramiento respiratorio: El niño pequeño en realidad es una unidad. Cuando tiene dolor de oído o dolor de garganta, a menudo señala al vientre. Cuando hay algo para ver, todo el cuerpo se desplaza a ese lugar y no los ojos solamente. En toda su corporeidad brinda una impresión redonda y homogénea. Al contemplar empero a un niño en edad escolar, vemos una trinidad: la cabeza, que ya puede conservar la calma, aun cuando los miembros se encuentran en actividad, el tronco asume una posición media, mediadora y las extremidades adoptan una motricidad libre e independiente. Se produce el desarrollo de una parte corporal media, que no existía con anterioridad. También mediante el crecimiento de las Diaphysen, en los huesos tubulares de los miembros, se produce una clara TRIMEMBRACIÓN CORPORAL, los miembros se estira, de modo tal que el niño no tan solo con la punta de los dedos, por encima de la cabeza puede tocar el lóbulo de la oreja del lado opuesto, sino que también el crecimiento en altura y la medida de expresión de los brazos han llegado a la ARMONÍA DE UNA CRUZ EQUILÁTERA: la medida de expansión es igual largo corporal. (Dr. Leonhard Haller 1951-2008), medico escolar de la Escuela Waldorf Bonn-Tannenbusch, mediante información personal). En la edad del niño pequeño predomina el crecimiento en altura del cuerpo, en la edad juvenil, la medida de los brazos extendidos horizontalmente. En “nuestros” niños, los que han alcanzado la madurez escolar, el largo y el ancho prácticamente son iguales. Al medir el largo del cuerpo y la extensión de los brazos con anterioridad de aproximadamente medio año, hallaremos una diferencia de 4-6 cm, a favor del largo del cuerpo, en la mayoría de los casos esa equiparación se lleva a cabo paralelamente al cambio dentario. En esta marcada biográfica, el carácter constitucional (largo de brazos en niños de cabeza grande, cabeza chica), según mi experiencia, ocupa un segundo plano. En el niño con madurez escolar, ha desaparecido la así llamada grasa del bebé, las articulaciones adquieren clara visibilidad, los nudillos, los tobillos, la rotula y los omóplatos se destacan nítidamente. La mano que en los dibujos del niño cinco-añero en la mayoría de los casos aun se ve, independientemente de la individualidad del niño, ya no se extiende hacia nosotros, de manera global, sino con el pulgar levantado. Cuando en el lactante la cabeza aun tenía un cuarto del largo del cuerpo, motivado por el crecimiento de los miembros, esto ha experimentado una reducción a un sexto. El dominio del “arriba”, de la cabeza ha sido sustituido en favor de la parte media. La fisionomía, la expresión del rostro cambia dado que en la parte del rostro comienzan a abrirse los senos paranasales. De esta manera, la línea de los ojos se desplaza hacia arriba, la frente, a menudo una prominente y bella “Frente-María ya no es tan dominante y el mentón, que de por sí tiene que procurar espacio para los nuevos molares, se torna más visible de modo tal que el labio superior no sobrepasa al labio inferior, posibilitándose así una mejor cierre bucal. La caja torácica, que en el lactante a menudo es más reducida que el vientre arqueado hacia afuera, se ensancha, hace lugar para los pulmones y el corazón que crece y se genera un talle que con anterioridad no se divisaba. Ahora el ángulo costal sobre el estomago ya no es ancho sino de ángulo agudo. La columna vertebral participa de esta diferenciación de ámbito de cabeza-pecho y metabolismo, siendo que la columna cervical, la columna dorsal y al columna lumbar adquieren una figura en forma de S (visto lateralmente) (Manuele Reimann, Criterios de la madurez escolar, extractos de los trabajos anuales de seminaristas del seminario de jardines de infantes de Stuttgart. Jürgen Flinsbah: madurez escolar, obligación escolar, capacidad escolar, cuadernillo de estudio 16 de la Sociedad internacional de los jardines de infantes Waldorf, pág. 97-98) De esta manera se produce la inclinación de la caja torácica y del esternón que con anterioridad corría paralelamente a la columna dorsal recta, de manera vertical. Ahora el comienzo de la “era solar”, la edad escolar, el ESTERNÓN TIENE LA MISMO INCLINACIÓN COMO EL EJE TERRESTRE HACIA LA ELÍPTICA SOLAR –VALE DECIR EN EL ÁNGULO DE 23-27 GRADOS (Dr. Med. Leonhard Haller 1951-2008 investigación conjunta con el Dr. Kaspar Appenzeller). También este cambio se produce en el último medio año del desarrollo de la maduración escolar. Esa concordancia con el sol, el macrocosmos, permite intuir una vez más, la importancia del acontecimiento biográfico de la madurez escolar. Este espacio pectoral ahora ampliado, posibilita a su vez un pulso cardiaco “mayor” y una respiración con mayor profundidad. La frecuencia cardiaca de un lactante, en términos medios se encuentra en 140 pulsaciones por minuto, el corazón de un niño que aun no posee madurez escolar, en estado de calma, late aproximadamente 100-120 veces por minuto, en el niño con madurez escolar, contamos entre 80 y 90 pulsaciones (naturalmente tenemos que tomar en cuenta la excitación del niño). En lugar de 28 a 30 respiraciones, al llegar a la madurez escolar solo se necesitan 24-26 respiraciones por minuto. También esta relación numérica ha experimentado una maduración, dado que en el niño pequeño tenemos un cociente de pulso-respiración de 5:1, esta relación se acerca ahora a la relación adulta de 4:1. Considero muy importante la AUSCULTACIÓN CARDÍACA, el escuchar los tonos del corazón: el Dr. Kaspar Appenzeller ha llamado la atención de los médicos con referencia a los típicos cambios del ritmo cardiaco, la versificación cardiaca en el curso del desarrollo. Una muy oculta inclinación, perceptible únicamente con el estetóscopo, acerca de la transformación de la figura de la caja torácica, es el ritmo y por así decirlo, la música que producen ambos tonos cardiacos, que muestran su mutua relación. En los niños del jardín de infantes, escuchamos al despreocupado yambo, que cubre todos los ámbitos del corazón, a modo de un niño saltarín: corto-largo, corto-largo, corto-largo-corto-largo. En un niño con madurez escolar, esto se modifica sobre el corazón izquierdo, el primero sonido cardiaco se torna más vigoroso, hasta que ambos se marcan de la misma manera; este metro se denomina ESPONDEO (en lo sucesivo en un niño con salud, a partir de 9º, 10º año de vida, podrá ser auscultado sobre la punta del corazón, un sonido trocaico (ver anotación anterior) ¿Cómo se producen estos fenómenos? Las fuerzas anímicas-espirituales que han estado activas en los primeros seis a siete años de vida a través de sus efectos modeladores en el sistema nervioso, sobre todo en la cabeza en procesos en realidad físico-corporales, al cabo del inicio del cambio dentario, penetran en mayor medida regiones inferiores, la parte media del cuerpo, el sistema rítmico. Allí cobran efecto sobre el ritmo respiratorio y el ritmo cardiaco. Esto lo podemos notar físicamente, dado que se vigorizan el ritmo respiratorio y el ritmo cardiaco. Lo espiritual, que hasta ese entonces actuaba más bien de manera orgánicamente configuradora en lo sustancia. , ahora se inserta a los movimientos, que se expresan en el ritmo cardíaco y respiratorio. De esta manera el niño que hasta entonces ha sido modelador de su cuerpo, con la madurez escolar se ha convertido en músico (ver Rudolf Steiner: Vida espiritual de la actualidad y educación, g A 307, 7ª conferencia, paginas 121, 122) El plástico trabaja con la materia, la sustancia material. El movimiento empero, lo encontramos en todo lo viviente, ene la gua u en procesos. En los primero siete años de vida, el niño en su físico aun vive marcadamente dentro de lo acuoso, de hecho necesita al agua como una planta. Al estar enfermo, el secamiento, la deshidratación resulta ser una frecuente complicación temible, que se produce con rapidez mucho mayor que más tarde en la vida. Es así que también las fuerzas etéricas, que el hombre posee al igual que el mundo vegetal, a esa edad aun juegan un rol más bien corporal. La “liberación”, el “nacer” en el siguiente curso de la vida es una condición previa para la configuración de la vida anímica propia. Desde el cambio dentario, el mismo se desarrolla en medida cada vez mayor. Las fuerzas eterices liberadas, ahora se encuentran a disposición del niño a modo de fuerzas de la memoria y de la inteligencia. El niño está preparado para el aprendizaje. De esta manera tenemos realmente la posibilidad de observar en el niño qué fuerzas están a su disposición a partir de su corporeidad, para los nuevos desafíos de la escuela. Como medica escolar, en ocasión del examen de ingreso escolar, primariamente presto atención a los cambios físicos en los cuales se evidencia la madurez escolar en el niño, de esto lo considero como mi aporte parcial especifico, con respecto a la comprensión del estado evolutivo de un niño. Con preferencia además de agrada estar presente cuando los maestros con los niños orientan la mirada a la EXPRESIÓN DE LAS FUERZAS VOLITIVAS, LAS FUERZAS DEL SENTIMIENTO, LAS FUERZAS DE LA FANTASÍA Y DEL PENSAMIENTO. Entre otros, aquí se trata de ver si también las fuerzas volitivas se encuentran en menor medida al anabolismo del cuerpo propio, conectándose en mayor medida al pensamiento conceptual, a partir de la alegría pro lo nuevo. Esto se evidencia en el planificado proceder en los juegos o la ejecución de tareas, pero también en la capacidad de resistencia. Ya en ocasión de una tarea tan simple como el des-vestirse y vestirse frente al examen médico, podemos obtener una impresión referido al tesón, la perseverancia. “…para que pueda ser laborioso y ávido de aprender…” decimos en el lema matinal de los primero cuatro grados. Con la generación de la parte media y la posibilidad de orientarse al mundo con mayor libertad, se genera una sensación especial más amplia que queda en evidencia en los juegos con movimientos, tales como “El Títere”, saltar a la soga, y juegos con la pelota, pero también en la manera en la cual el niño entra al recinto. Se han generado facultades rítmicas, con agrado se realizan repeticiones rítmicas (el títere “Hampelmann”, entre otros, es ejecutado por libre albedrío 10 a 12 veces). Esto puede ser tomado a modo de una pequeña melodía. También aquí se expresan las liberadas fuerzas musicales. Estas fuerzas son requeridas asimismo en ocasión del juego con la pelota, salto a la soga y al brincar (naturalmente tienen que ser delimitadas por parte medica, contra debilidades motrices o trastornos de coordinación). También en el dibujo de formas, se llevan a cabo repeticiones rítmicas “musicales”. En diferentes modelos que se repiten, podemos vivenciar los correspondientes tipos de compas: En el simple zigzag, el compas del 2, En las formas onduladas, el compas del 3, Y en los modelos meandro, por ejemplo el comprar del 4. En el habla de los niños encontramos la rítmica mediante acentos de nueva implementación. Y en definitiva, las fuerzas del pensamiento y de la fantasía se han transformado de manera tal que juegan un rol, la concepción del tiempo y la sucesión. La memoria ya no es asociativa, sino que aparece en sucesión imaginativa ¡El niño con madurez escolar tiene una concepción de lo “correcto! Y lo “incorrecto”, prefiere tardar con la respuesta en lugar de decir, despreocupadamente algo incorrecto. En las tareas impuestas, consulta acerca del “cómo”, observa pro ejemplo como el investigador arroja la pelota e intenta hacerlo de la misma manera. Arroja puntualmente y con sus pensamientos busca la meta, y no queda estancado en su persona, lo mimo acontece en el atrapar: persigue la pelota desde el momento del ser arrojada, teniendo así la posibilidad de apresar también una pelota rebotada. El niño con madurez escolar trata de atrapar con exactitud cada vez mayor y arrojar de la misma manera. Toma nota de sus errores y trata de corregirlos. Tiene una concepción interior de aquello que quiere producir, ya sea en el caso del juego de la pelota o en la pintura. Y posee una imagen interior del proceso. Esto es imprescindible en ocasión del dibujo de un ocho: en ese caso tiene que ser coordinados un redondeamiento y un cruce en contrasentido. Ahora podemos llegar al niño puramente a través del habla, sin la ayuda de los gestos aclaratorios (Karl Reinhard Kummer, El examen médico del ingreso escolar, Merkurstab 6,1992, paginas 444-48). Todo ello son fuerzas etéricas transformadas. Nuevas facultades adquiridas, mediante las cuales pueden ser dominados los desafíos del aprendizaje. Podemos darnos cuenta entonces cuan esenciales la salud corporal para la entrada a la “madurez escolar”, para que este gran paso evolutivo pueda ser debidamente dominado. Salud física y la espera de la llegada del paso evolutivo de la madurez escolar, para que la carga escolar pueda constituirse en el fomento del desarrollo, y no en un acontecimiento enfermante. Y nosotros los médicos vivenciamos a su vez lo inverso, vale decir que una buena pedagogía es la mejor medicina preventiva. Adicionalmente al examen orientado hacia la transformación de la figura, naturalmente corresponde también realizar el examen y el tomar en cuenta de la salud individual del niño, sobre todo la salud de los sentidos (capacidad visual, capacidad auditiva, capacidades de la motricidad gruesa y fina, como expresión de los sentidos inferiores), todo ello está involucrado en el examen referido al ingreso escolar. Simplificando el asunto podemos decir: salud equivale a que el ser humano esté en equilibrio consigo mismo. Tratándose aquí del equilibrio propio de la edad, de las fuerzas anabólicas y catabólicas. Al preponderar las fuerzas anabólicas, las fuerzas proliferantes, estamos frente a una situación inflamatoria, como en el caos de las enfermedades infecciosas, febriles. Al preponderar las fuerzas catabólicas, se producen las así llamadas enfermedades “degenerativas”, como arteriosclerosis, infarto cardiaco, enfermedades cancerígenas, enfermedades neurológicas, las enfermedades “frías”, a diferencia de las enfermedades febriles, inflamatorias. En nuestra época prevalecen marcadamente las enfermedades degenerativas, las catabólicas, las enfermedades nerviosas. Sentimos temor a la fiebre. Esto muestra que nos hemos alejado de la saludable pate media, en dirección al “frio” esclerotizante, intelectualista. La toma en cuenta de las leyes del desarrollo del hombre, podría contribuir decisivamente al logro de una mejor salud en el futuro. En el régimen educativo de las últimas décadas, la intelectualidad ha sido fomentada unilateralmente, en desmedro del pensamiento creativo y de las facultades sociales y con el adelantamiento del acceso a la escolaridad, amenaza perjudicar la salud de nuestros niños, de manera persistente. Seria misión de una reforma escolar llevar a cabo una equiparación pertinente. En este articulo he intentado exponer, de qué manera nosotros los médicos podemos constatar directamente en cada niño si las fuerzas del crecimiento han llevado a cabo este paso evolutivo tan marcad, mediante la medición de las medidas del cuerpo (medida de extensión de los brazos con respecto al largo del cuerpo), reconocimiento de la incipiente cifosisación de la columna dorsal auscultación del ritmo cardiaco y constatación del cambio dental (dientes incisivos) – según mi opinión, aquí se trata de exámenes objetivos. Generalmente se trata de un aporte beneficioso en la decisión si el niño ya está preparado para la escolaridad. Dado que como lo colegas Lemann y Albonico lo han formulado tan acertadamente: “Para la solución de los problemas de nuestra época, las generaciones venideras no necesitan más intelecto, sino creatividad y energía”, vale decir las fuerzas de todo el ser humano. Lo considerado también como misión nuestra, la misión de todo el gremio de la admisión, el no peligrar los niños en su desarrollo, a través de una incorporación prematura o tardía, pro una sobre-exigencia escolar. En la “Oxford Holiday Conference” en agosto de 1922, ante algunos centenares de participantes, sobre todo estudiantes de veinte naciones, Rudolf Steiner ha formulado la meta de la educación así: “De lo expuesto que me he permitido expresar, tal vez ha quedado en evidencia el rumbo, la orientación de toda educación, toda la enseñanza en la escuela Waldorf. Tiene que tener la meta, de convertir a los humanos niños, en personas físicamente sanas y fuertes, personas anímicamente libres, personas con claridad espiritual. Salud y vigor físicos, libertad anímica y claridad espiritual, son aquello que la humanidad necesitará con mayor demanda en la evolución futura, también en el sentido social.”
19.9.2012 |