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MIEDOS EN LA EDAD JUVENIL Y SU SUPERACIÓN
AUTORA: MICAELA GLOECKLER
TRADUCCIÓN: ANA MARÍA RAUH

Era en tiempos antiguos
En que vivía poderoso
En el alma de los iniciados,
El pensamiento que el ser humano
enfermo por naturaleza está.
Y el educar era considerado
como un proceso sanador
que otorgaba al niño en su madurar,
al mismo tiempo la salud,
para una existencia humana plena.


Necesitamos educación como un proceso acompañante constante, que significa desarrollo “…para el ser humano pleno de la vida…” Con ello, está dado un ideal: para completar el ser humano, necesitamos hasta el final de todos los días terrenales y de todo desarrollo –y, si lo queremos expresar de una manera crítica plena de humor: para ello tenemos que haber llegado al final. Pero, QUIEN QUIERE ESTAR ya  “AL FINAL”, o bien “TERMINADO”.  Por un lado, ansiamos la culminación. Pero si de hecho estaríamos culminados, según el entendimiento evolutivo de la actualidad, en algún lugar debería estar aguardando un nuevo inicio. Esa mirada hacia un ideal-humano y el desarrollo hacia allí, es una de las principales causas de la depresión. La persona en cuestión, no observa ningún re-comienzo, siente haber llegado al final, la meta está inalcanzable y teme, que esto siempre seguirá así.

Es esto,  lo que siente el joven ser humano al comienzo del tercer septenio. Los jóvenes tienen la sensación, que nunca lo lograrán, ser personas buenas, normales, diestras, que llevan una vida plena de sentido, porque no se creen capaces, o porque carecen de la paciencia de poder aguardar aún tantos años y simplemente seguir yendo a la escuela. Es por eso, que con la pubertad, se produce así mismo, auténtica mayoría escolar. En este sentido en la Escuela Waldorf significa una cierta ayuda que “por fin” nos liberamos del maestro de grado. Es de ayuda, si la relación para con el maestro de grado es de manera tal, que él pueda soltar, que él sienta alegría, que los alumnos ahora han llegado al ciclo superior, mostrándoles a su vez, que su interés por ellos sigue siendo igualmente importante. Tiene lugar un giro, en el cual el final y el comienzo se encuentran estrechamente unidos y ambos  inspiran miedo. Es por ello, que la pubertad, naturalmente, es una época en la cual aparecen miedos referidos al futuro, miedos generales, miedos nuevos, nuevos miedos físicos, en las mujeres por ejemplo, miedos a ser violadas, miedo de transitar sola durante la noche, etc., pero asimismo también problemas completamente difusos, referidos al miedo.

MIEDOS FÍSICOS Y MIEDOS ANÍMICOS, COMO PRECURSORES DE MIEDOS ESPIRITUALES EN EL TERCER SEPTENIO

En la primera conferencia, nos hemos referido a los miedos físicos como miedos típicos en el primer septenio. El arquetipo del miedo físico es la sección del cordón umbilical en el parto: se separa la simbiosis corporal entre la madre y el hijo. A partir de allí, y durante el primer septenio, el niño paulatinamente tiene que aprender a manejarse con separación y con lesiones de ese sagrado límite, en el cual se halla plenamente abierto a los sentidos. O sentimos que el mundo nos porta, o lo percibimos como un mundo que nos lesiona. Cuando acontecieron lesiones, esta circunstancia tiene que trascender en la conciencia de los adultos como un hecho pleno de sentido para el desarrollo, de modo tal que el niño imitando emocionalmente puede aceptar, que esto  pertenece a su vida, algo, que también pude promover algo bueno. Cuando ese giro hacia el bien no acontece o si la lesión es demasiada grande y traumática, el niño siente justificado su miedo a la separación y esto conduce a trastornos perdurables, que también se plasman como disposición física al miedo.

En el segundo septenio, la vivencia del rubicón, a las 10 -11 años, descripta en la conferencia anterior, es el “corte del cordón umbilical anímico”.

El niño desarrolla miedos anímicos a la separación, tiene la vivencia del estar anímicamente separado y aislado del entorno y de las personas más amadas, En lo psicológico estudiantil, aquí se habla del hecho, que en ese tiempo despierta la meta conciencia, vale decir, que el niño pronto siente su pensar propio, su propia existencia consciente, separada de todo aquello que lo rodea. La experiencia del rubicón culminó en la pregunta típica de muchos niños a sus padres: ¿CÓMO PUEDEN SABER USTEDES QUE REALMENTE SOY VUESTRO HIJO? ¿ME LO PUEDEN COMPROBAR? Inconscientemente, el niño tiene la sensación de que alguien ha cortado ese cordón umbilical anímico. Durante el rubicón empero, ese alguien somos nosotros mismos: mediante las dudas que algún día aparecen repentinamente, el sentirse ubicado sobre uno mismo, cortamos ese cordón umbilical anímico. Durante el rubicón empero, ese alguien somos nosotros mismos: mediante las dudas que algún día aparecen repentinamente, el sentirse ubicado sobre uno mismo, cortamos ese cordón umbilical anímico. Rudolf Steiner utilizó la imagen de un río, el Rubicón, junto al cual César, yendo al combate, pronunció las palabras “alea iacta est” (los dados han caído) ¡ya no queda el camino del retorno! Son palabras del arrojo. Esa valentía del César, el niño la tiene que desarrollar durante la época del rubicón, de no ser así corre peligro en el ciclo superior. Dado que cuando alrededor de los 14 años comienza el miedo de la separación, el miedo anímico tiene que haber sanado ampliamente, tal como también la corporal tiene que estar curado en oportunidad del acceso a la escuela, siendo, que gustosamente nos alejamos del hogar, al no experimentar miedo frente a la separación física-espacial.

En definitiva, hasta la pubertad tiene que existir una determinada madurez del sentimiento, así, como la entrada a la escolaridad presupone una cierta madurez del cuerpo. “Una persona moral posee madurez del sentimiento, compasión. A la edad de la escolaridad primaria, en la educación moral se logra transmitir el juicio impulsado por el sentimiento, únicamente a través de la referencia de la esencial, a partir de lo cual damos una clara idea de lo moral. De esto depende, que el niño a esta edad, dentro de sí desarrolle simpatía por lo moral, antipatía frente a lo amoral, a través de una contemplación directamente participada. Y no depende, de otorgarle al niño directivas del comportamiento. Las mismas no entran a su alma” (GA 304 a, página 44). Los mandamientos y las reglas que no pueden ser sentidos en lo más profundo, apelan únicamente al intelecto: ¡esto y aquello no lo debes hacer, esto y aquello no es bueno! Esto, de inmediato es aprovechado para poner en tela de juicio sobre todo, a los demás: ¡hiciste esto, hiciste aquello! Las directivas morales generan moralistas – ese, es un camino hacia Lucifer. Y en el texto seguimos leyendo: “Aquello, que sobre el camino de las simpatías y las antipatías se fija en el alma infantil a modo de juicio de criterio moral, determina toda la formación moral del niño. Y, en qué medida nosotros mismos tenemos que tener una correcta relación moral hacia el niño, esto se desprende de manera especial de un hecho singular. Al poder enseñar y educar a partir de una psicología realmente interior-práctica, podremos notar que el niño en una época determinada, situada en el 9°/10° año de vida, también con su criterio acerca de lo moral sus simpatías y antipatías morales- que podemos ir formando en él – vive en el mundo de manera tal que, aún teniendo un egoísmo corporal, se olvida de sí mismo, conectándose con el mundo aún, fusionándose con él.” Con anterioridad al rubicón con toda naturalidad nos abrimos frente al mundo y recibimos lo que nos da, dejando de lado el egoísmo de nuestro cuerpo – siempre, que el cuerpo no sufra daño. Cuando un niño vivencia-  “¡El mundo es bueno”!- entonces puede relajarse, abrirse, entregarse, tener apertura de los sentidos, entonces puede estar en el mundo, plenamente, con toda su conciencia. El natural narcisismo y egoísmo infantil no llega ser consciente, sino que es superado plenamente por la apertura sensoria y la confianza de sentirse recibido, aceptado en el mundo, de poder estar, de no ser lesionado. Toda forma de lesión de límite con anterioridad al rubicón, favorece la vivencia del egoísmo, del capricho, dolor, injusticia. El niño es arrojado sobre sí mismo y desarrolla un egoísmo arraigado en lo corporal. Con estas lesiones de límite, lamentablemente también está relacionado el peligro de que se disponga la tendencia del concentrarse sobre sí mismo.

EL MAESTRO COMO PUENTE HACIA EL MUNDO

A este problema se reviere Rudolf Steiner con respecto al segundo septenio cuando dice:

“El maestro tiene que tener un sentir moral-ético tan fuerte, que, cuando está describiendo a personas, procesos, seres, tiene que  “llevar consigo”, emocionalmente a los niños, de modo tal que a pesar de tener egoísmo físico, de que deben tenerlo, así y todo pueden entregarse plenamente al mundo, sin vivenciar ese egoísmo.”

Esto equivale a simpatía con César y antipatía frente a Brutus quien lo asesina; simpatía con el Dios Vida, que salva al mundo y antipatía frente a Loki, que incendia y destruye al mundo antiguo. El niño orienta sus sentimientos hacia el mundo y no hacia sí mismo. Lo bueno, o bien lo malo, deberá ser referido de manera tal, que el niño aporte simpatía, o bien, antipatía. Al respecto es absolutamente decisivo, que a través de la narración guiemos el sentimiento de los niños hacia realidades, condiciones, cualidades, y no la usemos para calificar a personas y sus actos, con un juicio de elogio  o un juicio anilicador. La  fina línea delimitadora es determinada  a través del cómo.

Cuando esto se logra, se desarrolla una vida del alma y de los sentimientos que no se encuentra egoístamente impregnado, y que en  cambio está orientada hacia el mundo. No es fácil, despertar interés por el mundo-solamente se logra a través de emociones, y por el hecho, de que el maestro mismo tenga interés en el mundo y, que por su amor, su exaltación, su alegría, su interés, su pena y su enojo, realmente puede llevar a los niños en dirección al mundo. El maestro, como autoridad amada, es el puente, personifica a ambos con su propia vida, simpatía y antipatía. Posee este o aquel juicio ejemplar, razón por la cual el niño puede arriesgarse a amarlo.

LA CONCIENCIA PROPIA COMO FRUTO MÁS NOBLE DEL MIEDO

Todas las imágenes del miedo tienen el signo de que el movimiento es llevado al reposo. Cuando un niño por ejemplo tiene miedo de largarse a correr o cuando alguien está sentado allí, totalmente cerrado, cruzado de  brazos y piernas, dando el aspecto como si algo en él se estuviese replegando hacia un centro, un punto del medio. Hay quienes en la cama se enrollan tomando la postura embrional, imitando de esta manera al proceso de cristalización. Con respecto a la actividad de los miembros del ser podemos decir:

. Las fuerzas plasmadoras de la organización del yo, armonizan al organismo en proceso de desarrollo a través del organismo calórico, convirtiéndolo de esta manera, en un todo, coherente y ecuánime en sí.

. EL cuerpo astral estructura, diferencia y polariza.

. El cuerpo etérico forma, configura, prolifera.

. Lo más sólido que así se genera, son los huesos: si a esta contracción la sentiríamos anímicamente, sería el miedo puro de contraernos formando un punto.

El resultado de esta actividad plasmadora, es la conciencia propia.

La conciencia propia es el fruto más noble del miedo. Toda forma de miedo aumenta infinitamente la conciencia propia- en el sentido de que en la plena imagen del miedo, solamente nos tenemos a nosotros mismos en la conciencia, y con respecto a todo lo demás, todo está sumido en pánico. Ya no sabemos qué hacer, solamente sabemos que allí estamos, teniendo un miedo terrible.

La conciencia propia se genera en el cuerpo físico. Nuestro verdadero yo, es un ser plenamente espiritual y también permanece en el mundo espiritual. Somos réplicas físicas o vivas imágenes de Dios, no, la imagen arquetípica: La organización del yo esto lo reproduce y, con la ayuda de los otros miembros del ser, construye al cuerpo físico de manera tal, que puede generarse una conciencia de esta “acción-réplica”. Tener conciencia de uno mismo significa, ser consciente del hecho de ser réplica de un verdadero propio-ser. Cuando esta conciencia propia despierta de una mera saludable, de ello resulta una añoranza por el verdadero yo, la humanidad verdadera, "por la humanidad plena de la vida”, por evolución hacia lo superior, por el seguimiento del desarrollo. A través de la conciencia propia se ha alcanzado un punto fijo, a partir del cual se desea seguir desarrollándose.

SINTOMATOLOGÍA DEL MIEDO EN EL TERCER SEPTENIO

Ahora, el joven se encuentra con el miedo dentro de una nueva dimensión, en conexión consigo mismo, el egoísmo propio. Intuye todo aquello que es capaz de realizar. En el tercer septenio despierta la conciencia con respecto al abismo. De la pubertad somos despedidos con una abismalidad, de la cual tomamos conciencia en medida cada vez mayor, a través de determinadas vivencias en el mundo, de la sociedad, con los compañeros, a través de otras personas a las que vemos actuar. Nos damos cuenta del potencial increíblemente destructivo del hombre y nos preguntamos, cómo manejarnos con el mismo-¡y eso causa miedo!

Esto marca al tercer umbral, junto al cual ahora se corta el tercer cordón umbilical espiritual. Aún, al haber adquirido conciencia propia, nos vemos arrojados plenamente sobre nosotros mismos. No sabemos  aún, si logramos soportarlo, ni cómo manejarnos con ello. A los 16 años ya sentimos que tendríamos que ser auto-responsables, pero aún no estamos a la altura de ello. Así se experimenta, que el cordón umbilical espiritual ha sido cortado y que tenemos que encontrar el camino hacia nosotros mismos.

EDUCACIÓN HACIA EL DESPRENDIMIENTO

En la primera conferencia del “Estudio del Hombre” (GA 293), Steiner define el propósito de la Pedagogía Waldorf: “Con ello estamos iniciando una pedagogía que no está montada sobre el egoísmo. “Una pedagogía que no estimula la ambición y en cambio se edifica sobre una nueva mancomunión social, una educación orientada hacia el desprendimiento.

Quien lee al lema de la colocación de la piedra fundamental bajo este aspecto, puede comprender, por qué Rudolf Steiner, que propone una educación humana supra-confesional, en este lugar menciona el nombre de un ser divino.


Impere aquello,
Que el joven ser humano puede brindar,
Amorosamente, fuerza espiritual
Actúe aquello que brindarle puede,
Aire espiritual en bondad.
A partir de seguridad del corazón,
A partir de firmeza del alma.
Para la obtención de fuerza de trabajo para el cuerpo,
Para cordialidad del alma,
Para la luminosidad del espíritu.
A ello sea dedicado este lugar:
Sentido juvenil halle en él,
Cultivo humano dotado de fuerza,
Entregado a la luz.
En su corazón recuerdan al espíritu
Que aquí debe imperar, aquellos,
Que la piedra aquí sumerge a modo de símbolo,
Para que consolide al fundamento
Acerca de la vida que aquí debe imperar y actuar:
Sabiduría liberadora,
Fortaleciente poder espiritual,
Vida espiritual que se revela.
Esto lo queremos reconocer:
En el nombre del Cristo,
Con propósitos de pureza,
Con buena voluntad.

Todos aquellos que componen a la escuela: los maestros, la comisión directiva, algunos padres “ESTO LO QUIEREN RECONOCER EN EL NOMBRE DE CRISTO, CON PROPÓSITOS DE PUREZA, CON BUENA VOLUNTAD”

Al fundar una escuela Waldorf en Asia y se traduce este lema, también tenemos que traducir aquello, que por ejemplo significa en Tailandia “en el nombre de Cristo”, lo que es la referencia hacia el Buddha y hacia cualidades que se corresponden con el nombre de Cristo, o bien, con su ser. Este ser vive en todas partes, con diferente denominación. La cuestión tan sólo, qué aspecto tiene el camino hacia allí. Esto lo digo aquí, porque el Cristo no solamente es “EL MAESTRO DEL AMOR HUMANO”, como dice en el acto dominical para los niños (GA 269). Él es asimismo, “el dador de las alegrías existenciales”, o bien, “EL CONSOLADOR DE LOS SUFRIMIENTOS EXISTENCIALES”, tal como dice la festividad juvenil (GA 269) y tenemos la posibilidad de poder “recibir AL ESPIRITU DEL CRISTO”, para que pueda vivir dentro de nosotros, cuando esto queremos, tal, como dice en el ofertorio (GA 269). Quien se prepara de manera acorde puede recibirlo. Quien sacrifica su egoísmo, quien domina a su bajo ego, puede abrirse frente a lo elevado. Entonces, la conciencia propia se convierte en cáliz para el yo verdadero. El egoísmo tiene que ser sacrificado, para que el verdadero yo humano pueda tener acceso.

La escuela Waldorf busca ser la escuela del desprendimiento, y lo intenta, al tratar de ayudar a los niños a desarrollar en tres pasos, una fuerte conciencia propia:

  1. Desarrollo de la conciencia de fuerza corporal-dado que, si un niño puede transitar de manera salutífera y sin lesión de límite por el primer septenio, se sentirá sano y fuerte.
  2. Desarrollo de la conciencia de fuerza anímica-cuando un niño mediante el acompañamiento de los padres y de los maestros desarrolla amor hacia el mundo, pudiendo valorar las buenas acciones y sentir rabia por las malas, si puede desarrollar una vida anímica, dispone de un gran denuedo  anímico. Entonces el niño quiere realizar un cambio en lo positivo, quiere participar del trabajo y los asuntos.
  3.  Desarrollo de la conciencia de fuerza espiritual- aquí llega el decidido tercer paso: ¿CÓMO PODEMOS AYUDAR A LOS JÓVENES A DESARROLLAR UNA CONCIENCIA PROPIA TAN VIGOROSA, DE MODO QUE NO TENGA QUE TENER TEMOR A VOLVER A PERDERLA NUNCA JAMÁS?

Lo bello de la conciencia propia es, que marca un auténtico punto final del desarrollo- el final de la maduración corporal. Es el emblema de la mayoría de edad. Quien ha despertado hacia sí mismo  física, anímica y espiritualmente y posee una conciencia de sí mismo, acerca de qué él es, como ser humano que piensa, siente y ejerce una actividad, se ha encontrado con su propio ser. Todo aquello que de allí en más hacemos con ese propio ser, es prestación de servicio, es colaboración en esta gran evolución sobre la tierra.

Mi propio ser no se fortalece cuando comienza a pensar en mí mismo- por lo contrario, me debilita. Paradójicamente, el propio ser se torna tanto más fuerte, cuando más nos preocupamos por otros. Solamente cuando disponemos de un propio ser débil, cuando constantemente nos sentimos víctimas y tenemos la impresión de perdernos algo, dejar algo sin aprovechar, no podemos ni queremos ocuparnos de los demás. Entonces no trabajamos por propia decisión y libre albedrío por los demás.

Una vigorosa conciencia propia no es compatible con el altruismo- de hecho ambos se condicionan mutuamente. Una vez que he superado el miedo de perderme, puede comenzar el flujo de fuerzas muy diferentes.

En la 49 conferencia del “Estudio del hombre meditativamente elaborado” Rudolf Steiner dice lo siguiente: En relación con el desarrollo del hombre cuatri-membrado y  los cuatro partos del cuerpo  físico, del cuerpo etérico, del cuerpo astral y de la organización del yo, se produce el fluir de la ENTRADA DEL YO ETERNO:

.Cuando a los siete años el cuerpo etérico se libera del cuerpo para convertirse en organismo del pensamiento, o bien, en facultad pensativa, entonces, el yo eterno puede realizar su entrada.

.Cuando a los catorce años nace el cuerpo astral, liberándose del cuerpo como organismo del sentimiento, o bien la vida del sentimiento, entonces el fluir del yo eterno puede hacer su entrada a este cuerpo astral libre del cuerpo.

.Al nacer la organización del yo, el yo eterno puede fluir entrando a la parte liberada del cuerpo, el querer.

En el tercer septenio, la vida del sentir necesita vincularse al yo superior, a los ideales que actúan educativamente, hacia aquello que fluye entrando a la voluntad en proceso de liberación, que inicialmente aún se encuentra muy conectado a lo corporal. La organización del yo y la libre voluntad no han nacido plenamente, el sentimiento empero, ya ha nacido con amplitud y esto se expresa dentro de una gran añoranza. En el sitio de la conferencia antes mencionada, Steiner no solamente dice que el cuerpo etérico, después de configurar el cuerpo físico se libera para la actividad del pensamiento, que el cuerpo astral después de transdiferenciar al cuerpo físico, se libera para el sentir; que la organización del yo, después de haber convertido al cuerpo físico en una integridad, se libera para el querer. Dice adicionalmente, que en lo liberado puede entrar el accionar el yo superior a través del calor, a modo de puro calor espiritual. Puede generarse así, presencia anímica, presencia espiritual, cuando el ser humano, el niño, el púber, el joven, puede tomar contacto  con ello mediante su conciencia propia. De otro modo, permanece en plena inconciencia y el ser humano en desarrollo nada puede emprender con ello, dado que no lo percibe, no lo siente, no puede manejarlo.

LA RELACIÓN HACIA EL CRISTO DURANTE EL DESARROLLO

En el PRIMER SEPTENIO, mediante  de la educación religiosa, a través del pensamiento, los sentimientos y la palabra, se produce la conexión hacia el yo verdadero: “YO LO QUIERO BUSCAR”, dice el niño en el acto dominical (GA 269) y escucha las palabras acerca de él, al cual debe buscar. Si de hecho preguntaríamos: ¿Sabes a QUIÉN debes buscar? – no lo sabría. Pero, se pronuncian palabras, se recepciona lo hablado, los pensamientos, que para el niño significan la experiencia, la intuición de algo solemne, algo elevado. Pero, exactamente de esto se trata, de esta experiencia del escuchar palabras elevadas: con cuanta mayor frecuencia el niño puede tener esa experiencia, con tanta mayor profundidad se graba en el conjunto de la configuración del sistema nervioso algo así como una envoltura, para la cual más tarde puede buscar el contenido - por propia determinación y propia responsabilidad.

Cuando empero no existe esta envoltura dispuesta para albergar un contenido, entonces el niño ni siquiera sabe que debe dedicarse a la búsqueda. Esto deberá ser dispuesto en el primer septenio, mediante la palabra hablada, la palabra escuchada- aún, cuando todavía no es comprendida. Esto cobra validez para muchas cosas: ¿Qué ENTIENDE EL NIÑO O EL PUBER DEL PADRENUESTRO? Más tarde perdemos la fe infantil, ya que no se halla firmemente fundamentada. Se compone de palabras, estados anímicos, de sentimientos, acerca de los cuales aún no hemos adquirido una comprensión auténtica. Pero, si no hubiese existido esa fe infantil, no sabríamos como orientar  nuestra búsqueda, no tendríamos añoranza.

En el SEGUNDO SEPTENIO acontece lo mismo, con respecto al sentimiento: ahora recepcionamos al ser-crístico, al principio del amor, a nuestro sentir y comenzamos a buscarlo anímicamente. Cuando en el segundo septenio no podemos amar a seres humanos, nos hallamos separados del yo-superior, entonces, no podemos sentir al ser del Cristo, que se expresa en el amor hacia otros seres humanos.

Pero ¿QUÉ JÓVEN EN EDAD DE PUBERTAD PUEDE REESPONDER A LA PREGUNTA: SABES, LO QUÉ ES EL AMOR?

Ya tenemos que haber alcanzado cierta adultez para poder manejarnos con el amor. No es un asunto tan simple.

En el TERCER SEPTENIO, la voluntad entra en la búsqueda del Cristo. De pronto podemos decir: ¡Quiero emprender este camino! Esto, generalmente se produce a través de un camino consciente de propia elección, un camino meditativo, un camino de instrucción, o a través de la conversión consciente hacia otra religión, para descubrir lo que acontece cuando se lleva una vida religiosa consecuente. Siempre se trata del tercer paso: Cuando la voluntad se torna  activa en el pensar, podemos entrar en relación con el propio ser superior. Se trata de una auténtica cuestión de la voluntad. Para ello es menester una preparación a través de la pedagogía. Los tres actos escolares mencionados acompañan con maestría este proceso.

CURACIÓN DEL EGOISMO MEDIANTE LA ORIENTACIÓN HACIA EL MUNDO

El hombre físico se forma por el hecho, de que la naturaleza puede ser transformada  a través de la actividad metabólica del hombre en sustancia corpórea propia: el cuerpo humano físico, es un resultado del elaborado mundo mineral, animal y vegetal - en el caso de la leche materna, también del mundo humano. Los cuatro reinos naturales se elaboran de manera tal, que cada persona a partir de allí, anaboliza su propio cuerpo. ¡Se trata de un egoísmo absoluto! Una buena digestión va a la par con una completa destrucción de la naturaleza. No existe imagen más certera y contundente para el egoísmo que la digestión. Es por ello, que Rudolf Steiner denomina a la digestión como foco del mal. Allí existe la fuerza para la destrucción de todo. Es por ello  que el hombre sabe cómo destruir al mundo entero. Y de ello, para nosotros resulta la salud.

En la medicina también hablamos del ego biológico, con todas sus sensibilidades, con su sistema inmunológico, sus barreras inmunológicas. Se trata de un ego biológico estrictamente organizado, que se auto-impone. A través de las fuerzas plasmadoras que se liberan y que han formado a este ego, inconscientemente, el egoísmo irradia hacia lao anímico. En el niño sano, el egoísmo permanece inconsciente. Mediante cada traumatización, todo daño o mediante cada atemorización adicional empero, se torna consciente, al ser abordado el propio-ser lesionable, acrecentándose el egoísmo potencial, por de pronto inconsciente. El logro, o el fracaso de la  educación orientada al desprendimiento depende por lo tanto de aquello que el niño vivencia y del modo como lo tratamos. Cuando educamos la vida de los pensamientos, de los sentimientos y de la voluntad, cuando la conectamos con el mundo, el egoísmo tiene que permanecer inconsciente.

En el  PRIMER SEPTENIO, esto acontece por el hecho, de que el egoísmo puede quedar inconsciente mediante la educación sensoria. También cuando los niños constantemente dicen “querer, querer”, y todo lo meten a la boca, vale decir, que están viviendo una forma existencial completamente narcisista, así y todo, en su apertura sensoria, con su conciencia se encuentran plenamente junto al mundo. Sin embargo imitan la digestión, al anabolismo del cuerpo: tomar todo, dar entrada a todo, querer tener. Los sentidos conectan al niño con el mundo y curan al egoísmo. ¿CÓMO PUEDE LOGRARSE, QUE LOS SENTIDOS Y EL PENSAR SE CONECTEN AL MEDIO CIRCUNDANTE?

Ofrecer la oportunidad que el niño vivencie contextos plenos de sentido a las cuales puede imitar, muchos cuentos y muchas historias, que orienten el pensar del niño hacia el mundo. Los niños deberían obtener el espacio libre de poder investigar cosas, y no deberían estar sentados frente a la pantalla  televisiva, estando ocupados únicamente consigo mismo.

En el SEGUNDO SEPTENIO, se trata de despertar interés por el mundo, de tener vivencias fuertes y sentimientos, a partir de los acontecimientos, historias y contenidos.

En el TERCER SEPTENIO, es requerido el idealismo: ¡quiero lograr ser alguien! Pensamientos conscientes se convierten en conductores de la voluntad, le otorgan orientación. Cuando los pensamientos están orientados hacia el mundo, se ha logrado el tercer paso en la superación  del egoísmo. Entonces, el joven no realiza esto o aquello en pro de su propia carrera o su propio beneficio, y no practica el engaño, sólo para lucirse frente al maestro. Quien ha logrado aprender a partir del amor por el asunto, ahora también se califica por el amor hacia el mundo, por el hecho de querer hacer algo y querer mover algo. Esta postura se basa sobre un fuerte fundamento- que posee un efecto des-atomerizador.

Esto significa mucho trabajo, al cual naturalmente temen los jóvenes y los adultos jóvenes. Perciben que se aproxima este tipo de independencia. Esto promueve una determinada reflexión. Los jóvenes necesitan tiempo, sobre todo, durante la pubertad, cuando comienza el corte umbilical espiritual, en forma de inseguridad y de duda, a causa de la pérdida de la fe infantil, la sensación de estar apartado del contexto con el mundo y el cosmos. Se encuentran con todos los conceptos materialistas del universo, de vacío, de soledad. Esto conduce a un auténtico corte umbilical-espiritual a través del materialismo, que ejerce la función de tijera, que provoca el corte del cordón  espiritual-umbilical. Ahora empero, no existe una partera o una mamá, que nos rodea con sus brazos. Ahora tampoco existe un maestro amado, como al cabo del Rubicón, que ofrece acompañamiento, y simplemente lleva consigo al niño. Ahora se sabe, que únicamente dependemos de nosotros mismos y en definitiva, tampoco pueden prestar ayuda los amigos o la pandilla. EL joven mismo tiene que sanar al corte umbilical espiritual. El mismo tiene que decidir, quien deberá ser este desprovisto de cordón umbilical: si encuentra conexión al mundo espiritual o si permanece siendo una criatura terrenal aislada.

Ese es el clima anímico que, al menos durante fases, se expresa de todo joven. Cada joven tiene períodos-aun cuando no existe trastorno alguno del miedo- en los cuales se sumerge en tales pensamientos. Por tal razón es importante, no imponerle al joven del ciclo superior constantemente presión de rendimiento, porque esto no le permitiría abocarse a los pensamientos, que forman el clima para el nacimiento de sí mismo. Necesitamos tiempo para hablar, para estar solo, tiempo, para soportar el estar solo, experimentar amistades. Ahora cobran primacía las amistades en las cuales tenemos algo para comunicarnos. Tampoco tenemos que acosar al joven, intentando que hable y explique porqué necesita escuchar esa música a tan alto volumen. Tendríamos que mirarlo y darle a entender al joven con pocas palabras, tal vez tan sólo con una mirada, que sabemos lo que le está pasando. Por otro parte, deberíamos relacionarlo con el mundo, apartarlo del cavilar, tal vez, proponerle un viaje. Un trabajo o una tarea que le agrada, que lo corrobore y que haga sentido. Al servicio de ello se hallan asimismo, las muchas excursiones y prácticas en el ciclo superior. Puesto que los jóvenes necesitan vivencias, tiene acontecer algo con ellos y a su alrededor. Tenemos que orientar hacia ellos nuestra mirada, pero, al igual como acontece en el caso del niño pequeño, tenemos que detenernos a determinada distancia. O tal vez, pasar únicamente nuestra mano sobre el hombro, sin pronunciar palabra alguna. Al nacer la voluntad, se inicia una época non-verbal. Decir, se puede mucho. Eso lo tenemos que comprender-y pronunciar buenas preguntas. Al respecto Parceval es el arquetipo: como él, tenemos que preguntar y preguntar, preguntar, para que la voluntad pueda nacer en el pensar, para que pueda despertar la actividad propia y pueda hallar apoyo.

En término medio un trastorno del miedo generalizado es lo normal en esa fase.

ESPECÍFICOS TRASTORNOS DEL MIEDO EN LOS JÓVENES

  1. FOBIA SOCIAL

En el caso de los específicos trastornos del miedo, la fobia social ocupa el primer lugar. Trastornos de ligadura, trastornos de contacto, miedos con respecto a la aceptación, en quien confiar, con hacer para ser aceptado. Ya la pregunta, si ir a una fiesta y cómo vestirse- todo se encuentra inmerso en el desconcierto.

Las fobias sociales experimentan un enorme acrecentamiento a través de medios sociales, como Facebook y twitter, por el hecho de que aparentemente estamos cultivando contactos sociales, sin poder hacerlo en realidad. Ya existen programas y escuelas que enseñan cómo comunicarse: alejarse de Facebook y twitter y acercarse a una relación social real. Los jóvenes viven dentro de esas aparentes amistades, y a menudo resulta ser un desastre el encuentro personal.

  1. AGOFAFOBIA Y OTRAS FOBIA

Un número cada vez mayor de jóvenes siente miedo a la soledad. Buscan apoyo,  quieren desplazarse en “tropa”, por el temor al estar solo. Tienen miedo de volar, miedo a los asaltos, miedo a los ascensores. Todo esto se ha acrecentado mucho, también condicionado por los fogones del miedo en la cultura de la actualidad, que de hecho no es del todo injustificado.

  1. TRASTORNOS DE PÁNICO
  2. Raras veces se producen auténticos trastornos de pánico, vale decir cuadros patológicos psiquiátricos, pero, van en aumento.
  3. MIEDO EN EL ATAVÍO DE LA DEPRESIÓN

Aquí existe una enorme cifra oscura. A esta edad a su vez existe un gran peligro del suicidio. El 10-15% de intentos de suicidio acontecen a causa de depresión. Según la estadística, en 2012, en Alemania, después de los accidentes, el suicidio es la segunda causa de muerte en la edad infantil y la edad juvenil, con tendencia ascendente. Esto es muy estremecedor con respecto al suicido juvenil, la responsabilidad aún le incumbe al entorno, si partimos del hecho que recién con la pubertad comienza el destino personal. La época precedente a la pubertad se encuentra aun plenamente bajo el signo del destino anterior, a partir del cual nos hemos formado los miembros del ser y el cuerpo. Esto aún acontece plenamente bajo la conducción del aquello, dispuesto a partir de lo prenatal. Recién con la pubertad, cuando el cuerpo astral está en condiciones de separarse por la noche del cuerpo físico por el hecho de haberse librado del cuerpo para el sentir, comienza a disponerse el karma venidero, que durante esta vida terrenal tejemos durante la noche. El mismo no proviene de la pre-natal, razón por la cual a nuestro karma venidero lo podemos modificar y participar de su configuración, noche tras noche. Vale decir, mediante la manera de la cual vivimos durante el día, estamos construyendo un es nuestra futura naturaleza, nuestro futuro destino.

Los suicidios comienzan con el Rubicón y culminan a los 17 años, una vez llevado a cabo el corte del cordón umbilical. Al analizar los suicidios, a menudo se descubren graven daños en el acompañamiento del desarrollo: el joven ha tenido la sensación que no servía para nada y por eso tomó esa decisión. SÍNTOMAS ORGÁNICOS COMO SEÑAL DE MIEDO.

A menudo, los jóvenes sienten miedo de confesar su miedo. Es por ello, que en ocasión de consultas médicas deberían ser tomados en cuenta síntomas tales como disnea, angustias, sensación de presión, mareo, parestesias, “rodillas blandas”, palpitaciones, temblores, determinadas formas de tic, problemas abdominales. Dado, que frecuentemente conducen a la consulta médica, siendo empero en definitiva, expresión del miedo juvenil, que afecta al estómago o a la digestión. A ello pueden sumarse asimismo, trastornos del dormir, que normalmente no se producen a esta edad. Podemos partir del hecho, de que detrás de ello se oculta a menudo en trastorno del miedo. Es así, que cuando un joven se queja de tales problemas, lo tendríamos que tomar con mucho más rigor que en el caso del adulto. Dado, que los síntomas son tan sólo un requerimiento del fijar la mirada- se trata de un llamado de socorro. A través de las preguntas de la anamnesis, con sumo cuidado podemos aproximarnos a una charla, en la cual el joven puede abrirse. Como médico se tiene posibilidades a favor- no es dado, poder formular preguntas y tenemos que darle un nuevo turno  a corto plazo. Siendo médico escolar con horario pleno, podemos ver al alumno también en el ínterin en la escuela y dirigirle la palabra.

SÍNTOMAS ANÍMICOS DEL MIEDO

A ello pertenecen las MANIFESTACIONES DE DESPERSONALIZACIÓN, MANIFESTACIONES DE DISOCIACIÓN, PROBLEMAS DE CONTACTO, provocadas por inhibiciones. Una inhibición es una contención anímica, es miedo. Muchas formas de AGRESIVIDAD, son miedo compensado. En la ira por el miedo, se aplica el golpe. Existe una regla que dice: cuando hay jóvenes agresivos y osados, tenemos que tratarlos respetuosamente y con cortesía, sin provocarlos de esta manera. EL respeto apela al yo, a los límites espirituales. A través del yo, nos orientamos al otro ser. Cuando en cambio reaccionamos en el plano puramente astral, perdimos.

LABILIDAD DE AFECTO, siempre es una señal de miedo. Asimismo, las dificultades de concentración y los trastornos alimentarios, son síntomas clásicos del miedo, en cuyo caso también tenemos  que hacer una anamnesis referida al miedo.

AYUDAS PARA COMBARTIR EL MIEDO EN EL TERCER SEPTENIO

  1. Actividad propia y valor.

Al joven le ayuda saber que se lo necesita, que puede emprender una actividad, que puede mostrar valor. Un joven sano trata de tranquilizar, al darse cuenta que los adultos sienten miedo, a pesar de que él en realidad también tiene miedo: “¡Mamá, no seas tan temerosa! ¡Verás, que nada malo me pasará!”.

  1. Dejar en libertad al joven.

Es importante que los jóvenes sientan, que el adulto está arriesgando algo, al dejarlo partir. En el momento de la separación, a sentir temor ellos mismo, están especialmente abiertos para recibir un consejo o un reglamento para el camino. Por lo demás, el adulto tendrá que esforzarse para superar al miedo de que al joven pueda pasarle algo malo. Esa superación actúa a modo de un enorme confortativo para el joven, que entonces con valentía puede apoderarse del nuevo espacio libre, tratando de ser responsable y de superar los miedos propios.

  1. Experiencia propia y apreciación de las circunstancias

En los jóvenes, la superación del miedo acontece a través de la experiencia propia y también mediante la apreciación de buenas explicaciones que permiten la evaluación propia. Tienen que llegar a comprender, donde pueden aparecer peligros y tienen que descubrir cómo evadirlos para protegerse.

  1. Comprensión del mundo.

“El mundo es verídico”. Ahora, en las clases se trabaja en la comprensión del mundo. El aislamiento espiritual es superado mediante la comprensión del mundo. “NOSOSTROS APRENDEMOS PARA COMPRENDER AL MUNDO (GA 269)- esto lo escuchan los niños ya en el acto dominical. “NOSOTROS APRENDEMOS PARA TRABAJAR EN EL MUNDO. EL AMOR DE LOS HOMBRES ENTRE SÍ, VIVIFICA TODO TRABAJO HUMANO”

Así, en el ciclo superior siempre se trata de aprender, trabajar y comprender- de modo pleno de amor: ayudándose mutuamente, explicando, brindando apoyo. Esto promueve la superación espiritual del miedo.

La voluntad se libera de triple manera, primero en el pensar, luego en el sentir y finalmente en el querer:

                . Liberación de la voluntad en el pensar, de 14 a los 16 1/3 años

                . Liberación de la voluntad en el sentir, de 16 a los 18 2/3 años

                . Liberación de lo voluntad en el querer de 18 a 21 años

En la psiquiatría juvenil se habla de objetivización. Esto se corresponde con la liberación de la voluntad (organización del yo) en el pensar. Por el hecho de que la voluntad ahora se encuentra liberada del cuerpo, podemos ver  a las cosas de manera completamente objetiva. Mientras que el sentimiento y la voluntad aún se encuentran liberada del cuerpo, podemos ver a las cosas de manera completamente objetiva. Mientras que el sentimiento y la voluntad aún se encuentran sujetos al cuerpo, todo lo referimos a nosotros mismos. Recién cuando el sentir y el querer también se liberaron del cuerpo, estamos en condiciones, de referir al sentir y al querer al mundo. Entre los 14 y los 16 amamos a la lógica, los contextos de coincidencia objetiva, se discute de modo extremadamente inteligente acerca de aquello que hacen los demás de manera correcta o de manera equivocada, contentos, de que las cosas no dependen de nosotros mismos y de los sentimientos propios. Entre los 16 y los 18, el joven aprende a superar antipatías, a partir de la apreciación- por ser necesario y por cobrar sentido. De pronto nos volvemos amo de los sentimientos propios y lo gozamos- según la divisa: “¡Aunque no tengo ganas, igual lo hago!”. A partir de los 18 años, también estamos en condiciones de hacer algo para los demás, que a nosotros mismos no nos  aporta provecho alguno. Ahora, puede ser implementado objetivamente, la voluntad, la acción-o, puede ser negada. Nos preguntamos: ¿Qué quiero realmente?

  1. El cultivo de los sentidos superiores

En el tercer septenio actúa asimismo el cultivo de los sentidos superiores, mediante los cuales percibimos lo espiritual, ayudándonos a superar al miedo: el escuchar, el sentido de la palabra, el sentido de los pensamientos, y el sentido del yo. Es por ello, que es aconsejable la implementación de la representación teatral, la visita a las representaciones teatrales, el dar conciertos y la visita de conciertos, la configuración volitiva y el permitir la acción sobre uno mismo de grandes contenidos esencialmente espirituales. Las representaciones navideñas son un instrumento  de esa índole. Cuando un colegio lo realiza de modo certero, se incentivan los sentidos superiores. Los alumnos del ciclo superior pueden participar de la representación. Es increíblemente significativo, que los maestros, para el cultivo del sentimiento del yo  de los alumnos, se tornen visibles para ellos, en una postura del servicio  frente al yo de la humanidad. En el cultivo del sentido auditivo, del sentido de la palabra, del sentido del pensamiento, del sentido del yo, se trata de la cuestión de cómo instruiremos, para que lo verdadero y espiritual, que se expresa a través de la percepción, lo podemos sentir conscientemente, pudiendo así, superar al miedo mediante nuestro propio esfuerzo y colaborar en la superación del miedo de los demás. El gesto terapéutico siempre es: dejar de concentrarnos en lo nuestro propio y orientar nuestra mirada hacia el mundo.